EL PROLOGO DE MARIA SEOANE PARA MOYA

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Exclusivo

El fallecimiento de María Seoane, la mujer más destacada del periodismo gráfico argentino, ameritó estas primeras líneas publicadas en mis redes digitales:

Cuánto lamentamos tu partida, querida. Así me decías: «Querido». Gracias por invitarme a tu casa a trabajar. Valoro tu entusiasmo en COMUNA, donde me propusiste para la Comisión Directiva y confiabas en mis Actas. Lástima que no hayamos podido avanzar en ese libro juntos cuyo contrato al final debiste cancelar. Me llevo todas tus enseñanzas, incluso las que nos diste de modo indirecto, desde que yo era adolescente y escribiste La Noche de los Lápices, que nos guió en los centros de estudiantes. El abrazo de siempre y hasta siempre, colega.

Para quienes no hayan leído sus libros, cualquiera es recomendable; dejé varios en la biblioteca de derechos humanos en ADEU (147 y 12). Me honra poder compartir el prólogo que escribió para un volumen mío sobre la violencia política en Quilmes, Varela y Berazategui en ocasión de los 40 años del Golpe. «Tenés más información que la biblioteca del Vaticano«, bromeó. Aquí va:

CONURBANO SUR O LA CALDERA DE LA HISTORIA

La microfísica de toda gran historia, ésa que atraviesa con contun­dencia la condición humana; que ilumina la barbarie o la civiliza­ción en su acción más cotidiana; que arrastra por generaciones un grito memorioso, se escribe siempre con nombres propios. Se sabe que la provincia de Buenos Aires, esa extensión clave de la historia nacional, que presenció los combates decisivos en la conflictiva constitución de nuestro país, fue el lugar donde la violencia –el cri­men político, el destierro cultural, la exclusión social– cobró lonjas de la libertad y estableció parámetros altos de injusticia. Pero tam­bién la que dio partida de nacimiento al movimiento popular del peronismo o del radicalismo que cambiaron la historia argentina. La que prohijó artistas populares y rebeliones obreras contra la injusti­cia; que fue cuna de terroristas de Estado o de resistentes de todos los tiempos.

El autor se interna con su linterna memoriosa en el conurbano sur y da los nombres propios de una historia que comenzó antes del diluvio dictatorial y siguió en los vertederos de calles entreveradas –de asfalto y tierra– y de fábricas humeantes de otro tiempo que devinieron en masas de desocupados o alzamientos populares; en heroísmo individual o miserias colectivas. Se supo que la dictadura militar que gobernó desde 1976, sostenida por el pacto entre el ge­neral Jorge Videla y el jefe de la gran burguesía agroexportadora aliada al capital financiero nacional y extranjero, José Martínez de Hoz, definió su poder territorial –la prolongación de sus estancias– en los campos clandestinos de detención donde se desaparecían argentinos, se los torturaba, asesinaba, se tiraban al mar, se robaba sus bienes y se saqueaba su descendencia con el robo de sus bebés.

En este libro se habla de los cuerpos robados y de las revoluciones perdidas pero también de la gestación de los movimientos populares más importantes del siglo XX, de su cultura, sus creencias, sus alegrías y desesperanzas.

El autor aporta 1700 nombres de esa historia por la que pasan, en distinto tiempo pero con un destino común, el hermano de Héctor Larrea, el sobrino de Antonio Carrizo, la hermana de Lina Avella­neda y los hijos del gobernador Felipe Sapag, donde tuvo lugar –y de la que fueron protagonistas– la primera guerrilla peronista de Taco Ralo, hasta la última previa al golpe, en 1975, con el fallido copamiento al arsenal Domingo Viejobueno por parte de la guerrilla guevarista del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Se avanza desde el fondo de la década del sesenta hasta los personajes que jalonaron el Golpe de 1976.

El conurbano sur tuvo una impronta política cuyo peso el autor define en nombres propios que permiten asomarse a la gran historia nacional del siglo XX acunada en ese territorio amplio, áspero, tre­mendo en riqueza y saqueos. Con una precisión informativa poco común, se da cuenta de los episodios que patentaron esa importancia. La lista de acontecimientos y de protagonistas enlaza en distinto tiempo a las guerrillas de Montoneros y ERP; sacerdotes del Tercer Mundo como Carlos Mujica; líderes sindicales rebeldes como Raimundo Ongaro; a los bandidos de la banda terrorista de la Triple A o a políticos que llegaron a Presidente como Eduardo Duhalde.

El conurbano se abre paso sin respiro en estas páginas aluvionales. En ese sur se vio el adelanto de lo que vendría luego del golpe de 1976: Las torturas a embarazadas; el funcionamiento de lo que entonces no se conocía como Pozo de Banfield o de Quilmes, ni Puente 12. El conurbano sur entonces aparece como la caldera de la historia nacional de entre siglos: de eso trata el libro tremendo, incisivo, minucioso y necesario del periodista docente Alberto Moya.

María Seoane

Coberturas

El aporte personal de otro colega