(Por CORREPI)
Carlos Ojeda vivía en Villa España. Trabajaba en una pizzería y tenía dos hijas pequeñas. El 1° de octubre de 2013, a la madrugada, volvía en moto a su casa, cuando se cruzó con el sargento Claudio Kiecak, quien le disparó nueve veces con su arma reglamentaria.
Seis disparos impactaron en Carlos.
El policía Federal argumentó que otra persona se bajó de la moto y le disparó para robarle la mochila, pero en el lugar sólo se encontraron las vainas servidas de Bersa Thunder calibre 9 mm.
Un municipal que esperaba el colectivo en esa cuadra aseguró que Carlos nunca bajó de su moto hasta recibir los disparos, y que no fue él quien quiso robar al policía.
Con el esfuerzo organizado de la familia, logramos hace dos años que la causa se eleve a juicio, pero todavía no han tenido tiempo los jueces del tribunal para fijar fecha de audiencia.
Mientras, aunque la fiscalía lo acusa por homicidio simple agravado por el uso de un arma de fuego (con pena de hasta 25 años de prisión) y la mamá de Carlos, con el patrocinio de CORREPI, lo acusa por homicidio calificado por su condición de miembro de una fuerza de seguridad (con pena única de prisión perpetua), el asesino camina libre.
Sabemos que no es un caso aislado ni una excepción. El aparato represivo estatal mata una persona cada 23 horas en nuestro país; el presidente abraza y llama “héroe” al policía que fusila por la espalda y el poder judicial le da largas a las pocas causas que la movilización y la denuncia pública empujan hacia un juicio.
No bajamos los brazos y apostamos a la lucha organizada contra la represión.
A cinco años de la muerte de Carlos Ojeda, su familia y CORREPI estaremos en la calle gritando:
¡BASTA DE GATILLO FÁCIL! ¡No a la doctrina Chocobar! ¡JUSTICIA POR CARLOS OJEDA!
La primera publicación
Aquel día de 2013, la Policía Federal se apuró a difundir la versión de su hombre: «Un policía mató a un joven que le robó una mochila» (La Prensa, 1 de octubre de 2013):
«Un sargento mató hoy de un balazo en el pecho a un delincuente que, junto a un cómplice lo atacó para robarle la mochila«.
El diario capitalino citó a «un jefe policial» como informante de que «(…) dos ladrones en moto le arrebataron la mochila a Claudio Imar Kiecak, de 45 años, de la Comisaría 6ª del barrio porteño de Montserrat quien, vestido de civil, salió de su casa en el barrio El Ombú. Dos en una Honda de alta cilindrada, tras apuntarle, le ordenaron entregar la mochila. El sacó su 9 mm y dio la voz de alto, pero uno le apuntó y disparó sin herirlo. Él (sí) le acertó en el pecho al delincuente. El cómplice escapó corriendo«.
La versión da por sentado que se trató de delincuentes y que el policía fue baleado, algo que entrará en contradicción con la pesquisa.
Luego relataba que «Agentes de la Comisaría 1ª comprobaron que el ladrón estaba muerto; tenía 23 años y vivía en las inmediaciones, donde los policías de la zona buscaban a su cómplice. Secuestraron las armas del suboficial y del ladrón y dos vainas servidas, una del proyectil disparado por el policía y el otro del balazo del delincuente muerto. La caratula (fue) Homicidio en ocasión de robo».
En el juicio se verificará si fue cierta esa interesada versión policial.
Una respuesta a “A SEIS AÑOS DE OTRO CASO DE GATILLO FACIL”