DOS MANERAS DE CONCEBIR EL MUNDO

Compartir

Por Néstor Rojas. Director Nacional de Organización en la CTA Autónoma

Rigores y ferocidades de las confrontaciones de nuestro tiempo, cuando lo que está en disputa es la vida. Una avalancha de imposiciones de quienes se adueñaron de los resortes del poder global, por fuera de todo consenso, a sangre y fuego. Con el recurso extremos de crímenes aberrantes, genocidios y construcción de realidades e historias falsificadas. Alterando de modo brutal el verdadero curso y sentido de la vida, imponen como supuestas y únicas verdades, un proyecto de mundo sin humanidad. En esa dirección, la prioridad es el mercado, donde la acumulación de riquezas de las mercancías ordenan que el sentido humanista de la vida, figure a la hora de las prioridades en cuarto o quinto orden.

Nada es más importante que la sacrosanta rentabilidad de las ganancias extraordinarias. Todas y todos según las arbitrariedades de un modelo desquiciado: somos mercancías, millones con fecha de vencimiento, fuera de todo sentido de ciudadanía, mercancías descartables. Así se alteran los sentidos y se construyen de manera flagrante verdaderos sin sentidos. El dios mercado está en todas partes: sobre
los basurales del RENABAP (registro nacional de barrios populares) vendiendo fracciones de euforia a los más pobres: el paco.

En las burbujas del confort de los country construyen segregación social. Se pueden comprar culos, ¿por qué no, exuberantes tetas? Un súper millonario punto com puede construir una nave lanzada al espacio sideral, celebrar a su regreso que le ha tocado los testículos a dios. ¿Por qué no ser un Titán y, por cientos de miles de dólares, descender a las entrañas del mar y morir en el intento?La pobreza extrema del hambre y el tedio de los millonarios.

En un verdadero desquicio de los sentidos más elementales, está permitido que un individuo se apropie de tierras equivalentes a cuarenta veces la CABA en el sur. Pero es delito para los pueblos permanecer en sus comunidades de origen y geografías ancestrales. A nombre del gran dios mercado y sus rentas extraordinarias se pretende legalizar la súper explotación y el saqueo a comunidades y pueblos. Así la Argentina, por la que nuestros patriotas dieron hasta sus vidas, nuestras compañeras y compañeros su
martirio en la entrega militante, por la grandeza de La Nación y la felicidad del pueblo, construcción indispensable del presente y la memoria colectiva de nuestro pueblo.

Hoy pretenden imponernos, desde represiones salvajes que recuerdan prácticas y crímenes aberrantes, estigmatizaciones, persecuciones, judicializaciones y encarcelamientos. Para quienes nos resistimos a ser la República de la soja, la República del litio, la República de los recursos energéticos de hidrocarburos para entregar lo nuestro en otras latitudes. Escuchar a quienes dicen representarnos declarar: “tenemos lo que el mundo necesita”. Decimos: tenemos lo que el pueblo argentino necesita y hoy están siendo saqueados nuestros recursos para entregar a las metrópolis imperiales del planeta, enriqueciendo a un puñado de apellidos, rentistas, extractivistas, especuladores y banqueros locales. Las riquezas de los suelos, de los subsuelos, de nuestras vías navegables son propiedad del pueblo de la Nación Argentina.
Le pertenece a la clase trabajadora y a las mayorías populares. No le damos cualquier sentido a nuestras luchas.

Hoy como ayer decimos:

“Existen dos maneras de concebir el mundo: Una, echar ciegamente a los demás de la balsa. Otra: un destino de salvarse con todas y todos; jugarse la vida hasta el último naufragio y no dormir esta noche si
hay un niño en la calle”.