“LO DE BOLIVIA FUE UN GOLPE”

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La siguiente colaboración responde a una convocatoria de este CIB, que comenzó con la publicación de una columna del Lic. Gustavo González, vecino de Ranelagh, quien fuera veedor de las recientes elecciones en Bolivia. Ahora, un militante de VamosFrente Patria Grande, dice: El golpe en Bolivia es una buena (nueva) excusa para el debate sobre la “objetividad”.

(Por Matías González)

Me veo interpelado a escribir ante determinadas lecturas sobre la situación en Bolivia que, con pretensiones de “objetividad” técnica, pecan como mínimo de sesgados. Un ejemplo resulta de la reflexión realizada en este medio por el licenciado, docente y consejero escolar por la UCR-Juntos por el Cambio Gustavo González. Gustavo, como buen especialista en sistemas electorales, centra su análisis en el plano jurídico, niega el golpe de Estado. Sin ánimo de un contrapunto personal, me parece que su caracterización forma parte de una interpretación muy cara a su militancia y a su formación profesional, que resulta una buena excusa para poner en cuestión los debates sobre la “objetividad”.

Empecemos por señalar el lugar de enunciación, fundamental en todo intercambio sincero. Hablo como investigador y cientista social formado en la UNQ, como trabajador municipal y como militante (de Vamos-Frente Patria Grande).

Concibo a las personas en toda su potencialidad y complejidad, por eso señalo desde dónde opino e intercambio con Gustavo, comprendiéndolo en todas sus dimensiones, como profesional y militante. Para quienes concebimos la política como herramienta para transformar la sociedad, esto no conforma un insulto, así que Gustavo lo apreciará.

Creo que los procesos sociales son complejos y no pueden ser mirados con un solo lente. Como dice un psicólogo del norte del continente, “cuando la única herramienta que tenés es un martillo, tendés a ver todos los problemas como si fuesen un clavo”.

Creer que el conflicto boliviano empieza con las últimas elecciones es parte de una limitación metodológica que confunde al objeto con sus contingencias. Como bien señala González, Evo Morales Ayma fue el presidente más exitoso de Bolivia. Y no lo fue sólo por los brillantes números macroeconómicos que hasta el FMI aplaudió (y que exceden los mencionados por Gustavo). Lo fue, además por lo alcanzado en términos de redistribución económica, social y simbólica. Para nosotros, varones blancos urbanos de clase trabajadora formalizada o de clase media, hablar de lo simbólico y lo identitario puede sonar lábil, poco importante. Claro es que el sentido común hegemónico se parece a nuestros privilegios.

La causa del conflicto no tiene que ver con los últimos días. El affaire electoral puede ser un detonante, pero el clivaje principal, el enfrentamiento que marca la época en el país se origina mucho antes, y parte desde que el gobierno del Evo dignificó y puso en pie de igualdad a los pueblos originarios de Bolivia y encaminó al Estado en la senda de la soberanía y el crecimiento con inclusión. Podemos mencionar decenas de ejemplos de la ampliación de derechos que el gobierno del MAS ha desarrollado. Sin embargo, creo que son la constitución misma del Estado plurinacional y su carta orgánica (que reconoce la diversidad y la igualdad de los pueblos históricamente vapuleados) y la nacionalización de las empresas estratégicas, sobre todo las de hidrocarburos lo que, desde entonces, desató la furia de los sectores acostumbrados a mandar, vinculados a las elites blancas de la llamada medialuna, el sector más acaudalado del país (Departamentos de Beni, Pando y Santa Cruz de la Sierra).

Estas fracciones odian todo lo que “huela a indio”. Odian la wiphala porque odian la pluralidad. Odian la pluralidad porque odian al indígena. Odian al indígena porque odian la justicia social. Odian la justicia social porque aman sus privilegios.

Extrañan su pasado mezquino y su proyecto fracasado de una Bolivia para pocos. No es casual que mastiquen tal odio, ya que están muy vinculados con los intereses de EE.UU. en la región, tanto en materia energética como geopolítica (cómo olvidar el NO AL ALCA del que Evo fue parte) y forman parte de grupos racistas, supremacistas blancos.

Para muestra, quien encabeza el golpe, Luis Fernando Camacho. Este empresario gasífero es un “Bolsonaro boliviano” que pidió “devolver a Dios y la biblia al poder”. Camacho es un militante histórico de las organizaciones de la ultraderecha católica cruceña, vinculadas a las familias de la ustacha nazi croata, la Logia de Caballeros del Oriente y a la Unión Juvenil Cruceñista calificada por la Federación Internacional de Derechos Humanos como organización paramilitar. Las mismas que protagonizaron el anterior intento de golpe y separatismo en Bolivia en 2008. Para conocer más de estas organizaciones pueden acceder aquí o aquí.

Ejemplos de este estilo sobran en la historia político social boliviana y están al alcance de cualquiera que quiera investigar. Volviendo al argumento inicial, quiero insistir en que nuestros criterios de objetividad a la hora de indagar sobre los procesos sociales no se fundan en la elección de uno u otro lente con el cual mirar, sino en la metodología. Las lecturas desde lo jurídico no son mas objetivas per sé que el resto de las interpretaciones. Ese es un preconcepto liberal. El derecho no es letra muerta, sino la cristalización de una determinada correlación de fuerzas en un determinado momento histórico. Todos los aspectos mencionados arriba –y los que excluimos– son clave en el Golpe en curso; no pueden dejarse de lado en un análisis completo como si fueran ‘datos de color’. Leer fuera de esa clave conflictos complejos implica un sesgo que, por acción u omisión, funciona como caballo de Troya para justificar a uno u otro bando.

No quiero dejar pasar cuestiones jurídicas del artículo de Gustavo, como mínimo, confusas. Este habla de una declaración de “fraude” por parte de la OEA, cosa que no existió como tal; dicho organismo recomendó realizar nuevas elecciones ante la posibilidad de “irregularidades en el conteo provisorio”. Dejando de lado que “irregularidades” no son “fraude” (una escuela impugnada ya es una irregularidad) y que las observaciones de la OEA no se hicieron sobre el escrutinio definitivo, único con validez legal, sino sobre el provisorio (más detalles, en el informe del CEPR).

Dejando de lado el lamentable papel que ha desplegado en la historia latinoamericana este organismo –financiado en su mayor parte por los EE.UU.–, insisto: Poner el eje del conflicto actual en la decisión –más allá del acierto o desacierto político de Evo– de presentarse a nuevas elecciones, es desconocer el conjunto de elementos históricos, culturales, sociales y políticos de la crisis que condujo al Golpe contra Evo Morales y que forja las luchas sociales en aquel país desde la época colonial.

Como latinoamericanos y militantes políticos (pre)ocupados ante el avance de alternativas antidemocráticas, no podemos obviar esas complejidades.

#NoAlGolpeEnBolivia

Los datos sobre Bolivia con base en el FMI

(CIB) Estos son los datos que la honestidad intelectual de Gustavo Gonzalez aportó al debate y que Matías Gonzalez cita en su texto.

CEPA coincide en que se trata de un Golpe de Estado.

8 Respuestas a ““LO DE BOLIVIA FUE UN GOLPE””

  1. Jose Luis Tirao. Si pienso q tendria q aver dejado un sucesor. pero pienso q no lo iso por poder si q queria. darle mas a su pais y a su gente tubo q luchar demasiado para lograr las cosas para su pueblo y es verdad se tendria q ver retirado. Y ser recordado como el presidente q mejoro el nivel de vida a los mas desprotejido respecto a todos lo bolivianos y ojala q todo se solucione en paz

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