MASACRE DE EZEIZA: 51 AÑOS

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Por Juan Domingo Cacho Javier

El 20 de junio se cumplen 51 años de la masacre de Ezeiza, con el regreso de Juan Domingo Perón a la Argentina. Los que fuimos y estuvimos, confiábamos en el líder, porque creíamos que era el salvador de la patria. En su mayoría, éramos jóvenes que militábamos en la Juventud Peronista (JP), los que luchamos para que ese regreso se produjera.

Fuimos llenos de euforia y alegría; volvimos tristes y confundidos, desesperanzados porque asistimos a un acto que desnudaba la división del peronismo con el enfrentamiento nuestro con la derecha de la burocracia sindical, con la Concentración Nacional Universitaria (CNU) y con el Comando de Organización (CdO) comandado por Alberto Brito Lima. La desilusión fue terrible; algunos no queríamos seguir militando porque veíamos una preferencia de Perón a hacia esos sectores de derecha, a lo mejor por sus entornos, o por su vejez, pero a pesar de muchos análisis confiábamos en que Perón iba a castigarlo con una denuncia pública y reivindicándonos por la capacidad de movilización y lucha en todos los frentes. Tal cosa no ocurrió; pecamos de inocencia.

Entonces comenzó lo que luego se transformó en persecución y muerte instrumentada por las AAA contra los militantes llamados de La Tendencia Revolucionaria, como Rodolfo Ortega Peña, Julio Troxler y el sacerdote Carlos Mugica. Después, el desastre total. Perón nos echó de la Plaza aquel 1º de mayo de 1974, puntapié inicial del genocidio en la Argentina, concluido por la dictadura militar. Luego, fuimos secuestrados, torturados, muertos y desaparecidos. Es doloroso pero es la verdad de una etapa de lucha. Fui protagonista de esos acontecimientos.

Hoy la situación de lucha es la misma, porque aquellos civiles que fueron parte del genocidio junto a las fuerzas armadas, manejan el poder económico, el judicial y la prensa en beneficio de un modelo para mil familias que dejando afuera a las mayorías populares del país.

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