Será velado en la Cochería frente a la barrera de calle 11, este martes de 10 a 14.
El notable hombre de letras había nacido en Tucumán un 18 de diciembre de 1942, por lo que acaba de festejar sus 80 años, aunque en su facebook figura el 9 de enero, la fecha en que lo anotaron, más tarde, para atrasar el cumplimiento del Servicio Militar Obligatorio.
Desde hace décadas vivía en Barrio Marítimo, de Hudson.
Como escritor, hacia 1980, obtuvo mención en el género cuentos, desde el certamen Coca Cola de Artes y Ciencias.
El cuento que da título a su primer libro está ambientado en el Club Social de Berazategui.
Escribió el prólogo del libro Presentes, del Encuentro por la Memoria, la Verdad y la Justicia (2001), donde se compilan las historias de los desaparecidos que vivieron, estudiaron, trabajaron o militaron en el distrito.
El 21 de diciembre, había despedido a otro grande de las letras, Vicente Zito Lema:
El tiempo de los asesinos. A Vicente, si algo lo define dentro de ese caos de creación y militancia que fue su vida, es su don para ubicarse sistemáticamente en el lugar de la tensión y el conflicto desde el lugar del más débil. Su accionar, político y cultural, emparentado con figuras como las de Enrique Pichón Riviere, Jacobo Fijman o las Madres de Plaza de Mayo, marcaron la vida de nuestra generación, la vida de nuestro Molino de Pimienta. En el número cinco de la edición en papel le hicimos una larga entrevista a la que se puede consultar. En el link se encuentran los diez números que van desde 1983 a 1986.
Ricardo Maneiro
Sus libros
- En otro tiempo yo también cantaba (1990). Cuentos. Galerna.
- A la mancha venenosa (1992). Teatro. En colaboración con Mario de Vitis. Fue premiada pero no publicada.
- Noches (de San Venancio a San Ivón). (2006). Novela. Ediciones Al Margen.
Desde Página/12, el suplemento Radar le dedicó una reseña a su último volumen.
El deceso fue informado por su hija: «Adiós, que me voy» diría Marechal. Hoy a las 16:20 murió el viejo. Ya no vamos a cantar El Conde Olinos. Qué triste se ve la luna en el cielo oscuro. Papá murió de una pulmonía bilateral con sospechas de COVID-19.
El protagonista de Noches…, en su pasaje por terapia intensiva, alcanzó a ver que los médicos tenían un formulario que terminaba con una tremenda pregunta acerca de la situación del paciente: vivo o muerto, y solicitaba que se marcase con una cruz lo que correspondiera. Este sábado, luego de entrar caminando y haciendo chanzas a la Clínica Belgrano, la cruz de Maneiro se posó en muerto. Lo despedimos en Cuellas –Lisandro de la Torre entre 11 y 12, Berazategui– este martes 10 de enero de 11 a 14. Será cremado en el Cementerio local.
María Maneiro
Un imprescindible
Por Carlos Dotro
Falleció Ricardo Maneiro. Fue parte del Consejo de Redacción de la revista «El escarabajo de oro» y, más tarde, el de «El Ornitorrinco», dirigida por Abelardo Castillo y Liliana Heker. La triste noticia me llega a través del muro de Néstor Arias. Son muchos los recuerdos que me llegan hoy de las experiencias compartidas con Ricardo. Escritor exquisito, hombre de la cultura y un tipo de lo más generoso.
Nos conocimos a finales de los noventa, al ser oradores invitados para presentar una novela del periodista Andrew Graham-Yooll en el Golf Club de Ranelagh. Él sabía de mí, yo sabía de él, pero no nos habíamos visto en persona hasta ese momento; enseguida nos tratamos como de toda la vida. Nunca olvidaré su mirada cómplice cuando el presentador del Golf desatendió nombrarme en el panel al no estar yo de saco y corbata. Ricardo, al tomar el micrófono, entre las primeras cosas que dijo fue destacarme.
Luego fuimos convocados a ser jurados de algunos concursos literarios; en uno, recuerdo, nos juntamos a debatir en el departamento donde yo vivía en el centro de Quilmes. No hubo debate. Nuestras coincidencias de elección nos asombró tanto a uno y al otro que lo celebramos maravillados y hasta fantaseamos llevar en un futuro algún proyecto literario juntos. Con el tiempo, nos fuimos viendo en forma ocasional, muchas de las veces en la librería El Monje. Una de las últimas, si no la última, un homenaje que le pudimos brindar un grupo de admiradores y amigos gracias a la intervención de Néstor.
Hoy guardo como tesoros algunos números de «El Molino de Pimienta«, destacada revista literaria fundada y dirigida por Ricardo.
Un abrazo muy fuerte a su familia y a su recuerdo por tratarse de un imprescindible.
El original Molino de Pimienta había sido una aventura cultural contra el nazismo:
Lo siento mucho, una gran perdida
Excelente persona.
Gracias, Alberto Guiilo Moya. Ricardo, a quien tuve la suerte de tenerlo como tío, fue una gran persona, un gran amigo. Fur como un 2do padre para mí, su muerte llega en un momento de mi vida en el que parezco restar poniéndome viejo. Yo lo quise mucho a Ricardo, y tengo tantos momentos compartidos con él. Ricardo, siendo muy juven tuvo que elegir entre la literatura y el ajedrez (jugaba muy bien al juego ciencia), y eligió a quien no abandonaría nunca: la literatura. Su mujer, mi querida tía Graciela Piñero (novios desde la escuela primaria cn Ricardo), fue algo fundamentakl para su vida, pues sin ella, creo que la novela Noches ( de San Venancio a San Ivón), jamás pudo haberla concretado. En fin, se me fue un tío, pero más que tío (después de todo la familia se hereda) fue un gran compañero de ruta y un amigo impescindible. Abrazos.
Recuerdo conocerlo en el circulo de ajedrez de Berazategui, jugando partidas en los torneos de categoría y en algún abierto de Berazategui, que por cierto lo hacía muy bien. Un hombre muy amable y muy tranquilo. Para los más chicos siempre fue el tío de Pepe Acha!! QEPD a su familia y amigos!!!
Gracias por tus palabras.
Uno de los grandes que se mantenía humilde, lejos de las grandes luces de neón.