MURIO RICARDO CARBAJAL (UCR)

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Ricardo Carbajal había sufrido un intento de homicidio por parte de las patotas mussistas en el Club Social durante el recambio de autoridades de diciembre de 1995, cuando lo tiraron de cabeza desde una altura de varios metros.

Una entrevista radial

Fue un destacado militante radical que, en los últimos tiempos lo hizo en Movilización Partidaria, con el dirigente provincial Favio Abraham, de Lomas de Zamora, a quien trajo hacia abril de 2022.

Será velado en Cochería Lanz, en 24 y 144, Villa España, donde lo despedirá Carolina Albarracín, su pareja, madre de Leila, de 7 años.

Ricardo y Carolina hacían un programa político por FM Cristal.

Carbajal, en un libro

Extracto del libro de 2013

Recambio violento (diciembre de 1995)

En paralelo al desprestigio del gobierno del Robo para la corona, había crecido una fuerza con los disidentes peronistas José Bordón-Chacho Alvarez, apoyada en mayo por cinco millones de votos.

Aunque les faltó poco para ganarle a Menem-Rückauf, su crecimiento permitió que Ernesto Zeitlin y Susana Mónica Palavecino ingresaran al Consejo Escolar, de donde se iba Julia Chola Paterno, quien con un carácter que sólo ella podía esgrimir, había conducido la redituable relación con los proveedores de comida a las escuelas. Aliados a Carlos Dithurbide y Ursula Schulze –del sector de Arturo Ramón– arrebataron la presidencia para Alicia Lorenzo –militante de la diputada Elsa Chiche López–. Así dejaron en minoría a Zulma Calvo, Ester Mussi –prima del barón– y Laura Lacava –sobrina–.

“Rompan todo”

Antes de repetir la experiencia en el hCD, la oposición tomó recaudos: Tito Geneiro hospedó a Carmen Elvira Ayala con sus hijos en el hotel Cosmos, de Constitución, para evitarle cualquier amedrentamiento a la viuda que el mussismo consideraba propia tropa. El domingo a la tarde, pasó a buscar a Jorge Rizzo (MoDIN) por su casa. Todos estaban nerviosos. Enfrentaban el primer recambio con Mussi fuera de la Intendencia, una oportunidad para restarle algo de fuerza al aparato. Cuando llegaron al Club Social, donde estaba convocada la asunción, lo vieron repleto de empleados del Corralón y de Inspecciones. Geneiro iba al frente; apartó de inmediato al primero que se le cruzó, el grandote Alberto Perrone (aquel que trompeara al asesor letrado que lo había tratado de chorro). Detrás, venían Jorge Rizzo, Marisa García, Héctor Moreyra, José Sánchez, Claudio Staniscia, del mismo sector que Valmore Marino y Noemí Giménez, que por ser la de más edad presidiría la sesión de recambio… Por la UCR, Roberto Bocha Gómez y Héctor Bertoia se sumaban a Raúl Castillo, Esteban Biondo y Mario Zandomeni. No todos eran confiables. El voto de Elvira Ayala era la frutilla.

La sesión se transformó en una batalla, donde hubo trompadas por doquier, patadas, sillazos, gritos, patoteros, etc., todo digno más del Luna Park que de un espacio democrático.[1]

[1] González-Deluchi, 2008:284, citan a La Palabra, 15 de diciembre de 1995.

Los funcionarios Jorge Ribeyrol, Horacio Guerrero y Marcelo Benedetti fueron señalados como quienes golpearon a concejales electos; la anciana oficialista Irma Gorosito pegaba con el taco de su zapato; mientras destrozaban pupitres, escritorios, banderas o telón, algunos municipales exhibieron armas ante la mirada impasible de la Policía.

Los popes reían arriba mientras, abajo, los disidentes eran apaleados sin más venganza que los insultos que la morocha Rosario Toledo les escupía desde el llano de su militancia.

Staniscia (PJ disidente) fue sacado con un ojo en compota; el militante (UCR) Ricardo Hermiñito Carbajal fue tirado al vacío desde seis metros; pateado por mujeres y golpeado con hierros.

Doce concejales en la Comisaría y en el Juzgado 2 denunciaron (…) que Francisco Acosta, encargado del Corralón y allegado al ex intendente y actual ministro Mussi, fue quien comandaba la “patota” que destrozó las instalaciones del Club Social.[2]

[2] Una elección a los golpes. Página/12 del 13 de diciembre de 1995, pp 8.

Al otro día, el hospitalizado, los veinte heridos y ocho detenidos fueron noticia en las radios nacionales y tapa del matutino local: “Batalla campal en Berazategui. Heridos contusos y ediles golpeados”.[3]

[3] El Sol, 11 de diciembre de 1995.

También fue tema entre el Presidente, el gobernador y el vice Rafael Romá, que “cuestionaron los disturbios en el Deliberante de Berazategui”.[4]

[4] Distendida espera antes de la asunción. El Día, 12 de diciembre de 1995, pp 8.

El lunes, los mussistas cambiaron el voto de los unioncívicos; según me contó ‘Bocha’ Gómez, “fue por orden del Comité Provincia”.

Ante Página/12 el titular del bloque Frente Grande denunció:

“Mientras a algunos los invitaban a hablar en los despachos oficiales, a otros nos amenazaban. Tuve que llevar a mi familia a casa de mi suegra porque, por teléfono, sentenciaron de muerte a mi esposa e hijos”.

Héctor Moreyra

Por eso, Berazategui fue, el martes 12 a la madrugada, la última localidad del GBA que renovó autoridades. En esa segunda sesión, impusieron que Ruben Aicardi pasara a ser secretario; que su socio Roberto Díaz –ex titular del PJ– ocupara la presidencia y que el vice fuera Roberto D’amelio, ingresante por el FrePaSo que pasó a votar junto al mussismo, motivo por el cual nadie lo agredió ni amenazó, como sí sucedió con Elvira Ayala, a quien Geneiro debió ponerle de custodia permanente al Cabezón Juan Carlos Sena.

El zafarrancho había comenzado con la orden del presidente partidario, según señalara Mario Sdrubolini, secretario del PJ.

Incluso Aicardi, diez años más tarde, habrá de declarar:

… quien dio la orden fue Mussi (para) interrumpir la sesión. Decía que peligraba la presidencia del Concejo. Ahí actuaron los muchachos.

Pasados dos días de la navidad, la patota se le fue encima a Sdrubolini en una reunión del Consejo de Partido presidido por Mussi, convocada para deslindar responsabilidades. Según fuentes partidarias:

Mussi admitió y justificó la utilización de la patota que respondía a sus órdenes, debido a que no podía perder el control del Deliberante.[5]

[5] Duckardt, JC: Encuentro Peronista de Berazategui, comunicado, 15 de enero de 1996.

Días después, para que Hermiñito Carbajal retirase la denuncia por el intento de homicidio del que fue víctima, interceptaron al hijo de 17 años y lo golpearon. Con el mismo propósito, le dieron vuelta la casa mientras les ponían un revólver en el abdomen a los chicos. Así lo tuvieron hasta que el flaco, bajito, humilde militante, corriera a afiliarse al PJ con una convicción que nadie creía, pero que necesitó para que dejasen de atentar contra su propiedad y la familia.

El libro de 400 páginas con estos extractos.