UNA DESPEDIDA A OSCAR SANDOVAL MARTINEZ

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A un mes de la partida del hombre de radio, este CIB le pidió a su compañera de tareas que compartiera con la comunidad su despedida.

¿A dónde irán las palabras?

Por María Elena García Giraldo

Un sinnúmero de palabras se agolpa en mi cabeza sin encontrar salida; son infinitas oraciones impedidas de formarse, sin destinatario porque, quien debería recibirlas, ya no está.

Entonces, ¿a dónde irán todas estas palabras que se agolpan en mi garganta? ¿Qué será de sus pobres e inútiles existencias? Cuando varias de ellas logran escapar salen disparadas sin rumbo ni propósito, sólo encuentran un vacío al que caen en forma indefectible. Es entonces cuando una profunda tristeza me golpea, me devuelve a la realidad. Me siento un árbol al que han cortado parte de sus raíces y comienza a tambalearse.

Cada mañana despierto pensando que fue un sueño muy largo y doloroso, pero debo aceptar que ese 5 de octubre de 2023 la parca tenía las cartas ganadoras.

Ahora, ¿a quién voy a comentarle cómo va mi vida? ¿Con quién voy a hablar de Derecho Romano, de libros y de exámenes? ¿Con quién voy a compartir mis ideas, proyectos, textos y preocupaciones? ¿Con quién voy a disfrutar un viaje en el 418 rumbo a la facultad? ¿Con quién me voy a reír a carcajadas de sus ocurrencias? ¿Con quién voy a discutir temas esenciales de la vida? ¿De quién, ahora en más, voy a seguir aprendiendo tanto?

Tengo muchos amigos a quienes respeto, pero ninguno es igual al otro, y OskiOscar Sandoval Martínez– tenía particularidades que lo siguen haciendo tan diferente y necesario en mi vida. Conversar con él era tener un amplio panorama de la existencia que, desde mi óptica, me había pasado inadvertido. No diría que fueron consejos o sugerencias, pero sus comentarios lograban aclarar temas en los que me había quedado encajada por mucho tiempo.

Oski era así, todo lo que hacía y decía era, siempre, para ayudar al otro a superarse de manera constante. Nunca lo atrapó la envidia; él no necesitaba del brillo de los demás porque tenía luz propia y con ella alumbraba a todos los que tenía a su alrededor. Generoso, desprendido, respetuoso, entrador, creativo, un actor de la ostia, excelente director de teatro, extraordinario escritor, insaciable aprendiz… y mucho más; por sobre todas las cosas, ¡Gran amigo!

Claro que lo extraño, aunque es probable que algún día, tarde o temprano, me tome por sorpresa una demencia senil o un Alzheimer, y me borren esos recuerdos de maravillosos momentos compartidos. Las que nunca podrán olvidarlo serán esas “palabras” que estarán bregando por reagruparse en oraciones legítimas y salir en su búsqueda. Como creyente, sé que ese día llegará, y que el cielo resonará con nuestras carcajadas cuando, en esa oportunidad, nos tomemos con humor a la muerte.

Querido amigo, gracias por haber iluminado mi vida.


9 Respuestas a “UNA DESPEDIDA A OSCAR SANDOVAL MARTINEZ”

  1. Qué maravilloso María Elena que hayas disfrutado de una amistad así. Tus palabras son muy luminosas . Abrazo grande.

  2. No soy poeta ni escritora, sólo su hermana querida. Me dejó un inmenso dolor, y una gran tristeza, dicen que el tiempo cura, no sé. Lo único que digo: era muy humilde, recorrió Europa, buen hermano, no fue egoísta, ayudó mucho, un ser inolvidable. Se fue un crak de las palabras. Un gran saludo de su hermana, María Alicia Sandoval.
    Desde Barranqueras, Chaco, donde vivo.

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