AGUIRRE: “LA SOMBRA DEL CONURBANO”

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Por Matías Aguirre

“En la ciudad de Buenos Aires, que comparada con determinados lugares del conurbano es Bélgica contra África”, sentenciaba Carlos Pagni en La Nación durante los momentos más críticos de la pandemia en nuestro país. Seguro, Sarmiento se sentiría orgulloso al ver cómo, a casi dos siglos de la publicación de Facundo, aún sobrevive su obsesión por esta tensión entre civilización y barbarie.

Ayer fue Pablo Sirvén quien tomó la posta en el mismo medio al calificar al conurbano como “inviable” y “africanizado”, en un claro acto de discriminación por partida doble. Algo que no sorprende por el espacio en el que publica así como tampoco por quién lo hace. El uso peyorativo de la comunidad africana para deslegitimar distintas regiones de nuestro país es algo habitual en gran parte de sus publicaciones.

Ayer “aluvión zoológico”, hoy “conurbano africanizado”. Eterna estrategia de los sectores más conservadores de nuestra política y de nuestros medios para atemorizar a través de la barbarización de la periferia y la europeización del centro. Parece ser que ya no alcanza con el fantasma de Venezuela, ahora hay que ir más allá, a algo más desconocido y por lo tanto más temido.

Si bien Sirvén salió a aclarar, en posición de víctima y no de victimario, que no se refería a una cuestión “racial” sino a una comparación por índices sociales y económicos, en ninguna parte de la nota publicada explica a qué se refiere con esa calificación. Y, aunque así fuera, una comparación semejante muestra un claro desconocimiento del conurbano, y ni hablar del continente africano.

Más que los índices socioeconómicos, lo que comparten gran parte de las personas del conurbano y la comunidad afrodescendiente es el hecho de ser objeto de una permanente discriminación, vulneración de sus derechos y persecución y violencia policial. Algo que una buena parte del periodismo decide omitir. Así como también decide omitir las causas de esa supuesta inviabilidad de determinadas zonas de Buenos Aires y del resto del país.

Y es que, al igual que en África y en cualquier parte del mundo, los conurbanos y los “interiores” padecen la centralización que los margina y libra a su suerte, generan brechas de desigualdad cada vez más grandes e insalvables.

Sirvén, al igual que otros colegas y políticos de la oposición, son más astutos que Sarmiento. Porque él creía que debíamos acabar con la barbarie para que la civilización triunfase, mientras que los otros tienen claro que la civilización sólo puede sobrevivir mientras exista la amenaza latente de la barbarie. Ese temor ayuda a la legitimación ya que, ante la falta de propuestas y acciones que los definan, esos sectores demonizan a las clases populares y a las organizaciones que las representan para distanciarse y definirse por no ser esa supuesta barbarie que crece en el “conurbano africanizado”.

Si algún día desaparecieran África, el conurbano y el interior del país, los sectores más conservadores de nuestra sociedad se darían cuenta de una realidad que hoy saben pero que deciden no ver: ellos también son periferia. Tras doscientos años de luchar por ser parte de esa Europa idealizada aún no entienden que son parte, nada más y nada menos, que del conurbano de esa Europa.

Matías Aguirre, dirigente social