El enorme intérprete rioplatense cerró la primera jornada que festejó los 57 años de la Autonomía de Berazategui. Hizo subir a un músico local, canturreó el nombre de la ciudad e hizo frente con histrionismo contra una constante deficiencia de sonido.
Cuando el ruido seco de una pequeña explosión por los parlantes sorprendió al público, nadie imaginó que sería para tanto. En el escenario, siguieron con el armado para el cierre de la noche.
Esta segunda visita de Rubén Rada era esperada con entusiasmo por parte de los expositores que durante todo el día estuvieron en las carpas para mostrar sus habilidades artesanales como por quienes se acercaron a la noche a conseguir lugar en las sillas negras de plástico que el Estado municipal puso en la primera mitad de la plaza San Martín.
Así, en el marco de la Muestra Anual Educativa –la 27ª MAE–, se celebró el 57º aniversario de la ciudad con la actuación de varias bandas locales, la última de las cuales, LP Orquesta, interpretó un tema de Rada luego de sugerir que les gustaría que el visitante los acompañase a tocar percusión.
El uruguayo recién subió a escena apenas un cuarto de hora después de lo anunciado y, luego de la primera canción, saludó:
“Buenas noches, estamos encantados de tocar acá. Les pedimos disculpas porque tuvimos problemas con un equipo; apenas entramos, se enojó con nosotros y no andó más…”.
Desde entonces, la hora y media de recital alternó entre problemas de sonido, falta de retorno para los músicos, algunas largas interrupciones y disculpas constantes.
“¿Cómo están para cantar? (sacale graves a este monitor)”, alternaba Rada ante un público que le ponía onda con aliento de palmas y se sumó al canto a capela:
“Quién va a cantar, quién va a soñar, quién va a pedir para que no calle el cantor”.
Esa referencia indirecta a la obra de Horacio Guaraní, se repitió con la de la “linda sonrisa tenía Gardel”, una constante en la obra de Rada, que remite tanto al folclore como al tango con la versatilidad de músico de jazz que es, desde siempre, algo que lo llevó a grabar con las hermanos Fattoruso o el guitarrista Ricardo Lew y a tocar con el pianista Jorge Pampero Navarro.
La siguiente canción se la dedicó “a todas aquellas mujeres que me amaron en la vida”, mientras hacía referencia a dos de sus hijos en el escenario Matías –guitarra–, Julieta –voz– y arremetieron con una “terapia de murga” mientras incitaba: “¡Levantemos las manos!”, una forma de remarla.
Este enorme artista latinoamericano había participado del cierre de la 18ª MAE, el 22 de noviembre de 2008, después de lo cual anunció que dejaría de tocar en vivo porque ya no tenía la voz como antes. Se le notó anoche, a casi una década de aquella falsa alarma, pero aún así persistió en justificar porqué le destacaban su rango vocal de cuatro octavas que lo llevó a mechar graves y agudos, aun con falsetes, en los pasajes más festejados.
Ya con 74 años, se rindió ante la ciudad, mechó en los coros un “saludo a Berazategui” e invitó a Sergio, un percusionista local, que se convirtió en el décimo músico de los que acompañó a Rada. “Desde temprano quería tocar con nosotros”, comentó y lo hizo pasar adelante para saludar.
Rada balanceó su labor musical con la de showman y maestro de ceremonia. Luego de preguntar si “¿Les gustan los lentos?”, invitó a “que se sienten, después nos paramos cuando empiece la música. Así nos divertimos todos”. Mientras, los que estaban de pie adelante le gritaban “¡tocá!”. “¿Y qué te pensás que estoy haciendo?”, fue la respuesta que arrancó risas. Aunque el pedido no era una obviedad para todos; se refería al coro de la canción Blumana: “Tocá, che Negro Rada. Tocá, grita la hinchada. Tocá y cantá tranquilo, que acá no pasa nada”.
Aunque todo contribuyó para que estuviese desconcentrado –hasta erró en el tiempo al entrar con una estrofa de esa canción–, el tema de fuerte contenido rockero –lo popularizó desde la grabación del Festival BARock de 1982– lució a la banda con un dueto de guitarras eléctricas entre su hijo y Sebastián, invitados al frente del escenario, un gran momento.
Detrás, seguían los problemas, al punto que la locutora municipal Bibiana Fermoselle debió explicar el desperfecto por el que se cortaban los instrumentos. Rada otra vez medió: “Agarrá los tambores y tocá un poco, vamos. Bueno, a bailar. (¿Vos me escuchás a mí?)”, preguntaba a su vez, por el mismo medio, a su técnico.
Sobreponiéndose con las palmas del público a la falta de retorno para el sonido en el escenario, detalló:
“Se cortó la corriente, muchachos, ¿qué vamos a hacer?”.
Aunque no sólo con histrionismo zafó. Ayudaron éxitos como “Aparte de ti, tu boca” y su constante humor:
“¿Viste cuando la mujer deja al hombre, después no sabe qué hacer? No sabe pagar la luz, el gas… ¡Mentira! Al otro día aparece con un morocho más lindo que yo… Vamos a dedicarle una canción a las mujeres, que se llama Malísimo”.
Este tema de la época en que se radicó en la Argentina, 1981, fue seguido de otro para que se luciera el más destacado de sus tres percusionistas, Fernando Núñez Ocampo:
“El Lobo Núñez tuvo una novia en Colombia cuatro años y nunca pasó nada. Un día vino y le dijo: Oye, estoy quemándote. Ella le dijo: báñate. No, que estoy enamorado; casémonos. Ene o. entonces él le dijo: -io te vuá comer igual”.
Rada hizo repetir la frase al público que, ya en la canción, se convirtió en la única frase de la canción. Pocos artistas pueden con un recurso tan mínimo aportarle sostén a una noche cuesta arriba. “Los que ya comieron, colaboren”, disparó en el medio, para arrancar carcajadas.
“Porque, para tu amor, no me queda más tiempo, se lo lleva el viento junto con mi aliento”.
Con este lento, en una versión extendida, jugó a posar: “Hagan de cuenta que acá está Riky Rada”, mientras miraba a cámara y se congelaba para las fotos antes de dar paso a su hija que repetiría el coro: “… se lo llevó el viento junto con mi aliento”.
Su hermano ya se había lucido al acompañar sus solos violeros con una imitación vocal, al estilo de Bob McFerrin.
Luego de dar un espacio a cada músico para que se destacaran en los pasajes de guitarra, bajo y piano; después de reiteradas invocaciones el público para acompañar con palmas y sus reiteradas muecas para que chiflaran o gritaran o bailaran, a las 0.48 se despidió con otro pedido de “mil disculpas” que el público pareció entender.
Para el cierre, toda la banda fue fotografiada con el público de fondo que, con las manos en alto, le puso la mejor onda hasta el final.