Prof. Jorge Berguier – Coordinador Programa Nacional de Ajedrez Educativo – 2003/2015
Lic. Carlos Cavallo – Asesor Pedagógico Programa Nacional de Ajedrez Educativo 2003/2015
La comunidad ajedrecística brega desde hace muchos años en el mundo, por introducir su enseñanza en la escuela. Ha conseguido que el Parlamento Europeo se lo recomiende a los Estados miembros. Sin embargo, sólo en un puñado de países se concreta. Hay gobiernos absolutistas (reyes, dictaduras), socialistas, socialdemócratas, socialcristianos, liberales, neoliberales, conservadores y un sinfín de etc. Sin embargo, no hay caso.
La comunidad ajedrecística parece chocar con una pared en casi todo el mundo. ¿Se estará promoviendo correctamente? Tal vez hay un sesgo muy pronunciado hacia la realización de “torneos”. Esto podría ser, porque la comunidad ajedrecística está representada por federaciones deportivas. Y éstas proponen lo que mejor saben hacer: Competencias deportivas, que, como tales, son bastante ajenas al quehacer educativo, que busca una formación integral, o sea, diferente objetivo.
Entonces, suele ocurrir la derivación por parte de los Gobiernos hacia los ministerios de deportes (o similares). Es más, las federaciones deportivas suelen pensar que la práctica de su respectivo deporte en el ámbito escolar vendría a ser algo así como un “semillero” para promover que en esa cierta sociedad haya más personas que practiquen ese deporte de forma competitiva.
Esto es un craso error; sería lo mismo que esperar que de la enseñanza de la música en la escuela, surjan muchos músicos profesionales; o, de la matemática, matemáticos, etc. No es ése el objetivo de la educación formal, cuya preocupación es siempre la formación integral de niñxs y jóvenes.
Entonces aparecen ideas como que los ministros designados por los gobiernos (del más variado signo ideológico) “no entienden”, “son designados por presiones políticas, pero no saben nada de educación” u otras ideas similares, que, además de subestimar, siempre descargan las responsabilidades en “el otro”.
Han aparecido ideas novedosas, basadas en variantes respecto a “cómo venderles a los gobiernos la introducción del ajedrez en las aulas”, pensando que éstos serían “compradores” y no ejecutores de la política educativa acorde a la respectiva política general de Gobierno de cada país.
Estas “ideas novedosas” se basan en la “transversalidad del ajedrez”, algo así como la utilización del ajedrez como recurso didáctico para el desarrollo de los contenidos de las diferentes áreas: El riesgo es que la enseñanza del ajedrez pierda identidad y se transforme en un recurso al servicio de otras disciplinas.
Esto recuerda a la propuesta de Tenti Fanfani, quien decía que la escuela debe abocarse de modo primordial a la enseñanza del cálculo y la escritura, pues en estas dos cuestiones no tiene rival y el resto de las materias deberían disponerse en función de este gran objetivo. Es una mirada posible y tiene su lógica y fundamento, pero empobrece el despertar vocacional de los niños y angosta la riqueza cultural de la vida escolar.
La idea del entrelazamiento de los contenidos, es muy correcta y de avanzada: La actual tendencia es dejar de separar la carpeta “por materia” para que las situaciones problemáticas que se plantean en la escuela sean abordadas por todas las áreas, cada una desde su especificidad. Pero volvamos por un momento a esta cuestión de la interrelación.
La convivencia de los saberes interrelacionados debería aplicar una igualdad conceptual entre ellos, al menos en cuanto a su impronta epistemológica, su ponderación psicológica, su cercanía cultural y valoración social, entre otras posibles cuestiones.
Este es un tema complejo y delicado, pues algunos saberes presuponen para sí una superioridad normativa que puede forzar una relación asimétrica y de destino subsidiario para uno de ellos para esta educación integral, todos los sabores deberían concurrir con igual grado de valoración formativa y contributiva.
Por otro lado, complementar, el recorrido de saberes concurrentes que caen dentro de los marcos conceptuales o metodológicos de diferentes disciplinas, no implica renunciar a una enseñanza ajustada a la lógica y necesidades de cada disciplina.
Todo esto implica por un lado, en el docente, fortalecer el desarrollo de capacidades de investigación y por otro, una conducción escolar compenetrada con esta propuesta de trabajo pluridisciplinario, en donde las fronteras de los saberes de cada disciplina que se tocan entre sí generan propuestas de trabajo cooperativo: “Cada una desde su especificidad”.
Cuando un director de escuela designa a un profesor de ajedrez (incorpora el ajedrez a su Proyecto Educativo Institucional), lo que espera es que enseñe mucho ajedrez. Tanto como sea posible. En cuanto los estudiantes de esa cierta escuela sepan jugar al ajedrez, ahí sí, la interrelación pasa a ser una fortaleza. Porque ahora sí, la maestra de matemática podrá utilizar el tablero de ajedrez para enseñar distintos contenidos de geometría. Porque esto sí será significativo para lxs estudiantes: Conocen el juego de ajedrez (a muchxs les gusta, incluso les gusta mucho) y entonces recibirán con entusiasmo esa utilización. Es más, lxs que están más entusiasmados con el ajedrez, convencerán de las bondades de esa didáctica a sus compañerxs. Todxs aprenderán más: Matemática y las demás áreas donde pueda aplicarse esta transversalidad.
Si, en cambio, lxs estudiantes no saben jugar al ajedrez, no están entusiasmados con este juego, la utilización del ajedrez como recurso didáctico no aporta nada. ¡Inclusive podría ser contraproducente! Porque lxs estudiantes no tendrán dónde anclar el contenido que les propone la maestra. No habrá “conocimientos previos”, sin los cuales, (según Vygotsky) es imposible andamiar los nuevos saberes Este trabajo cooperativo implica, plasticidad, flexibilidad, capacidad de escucha y un diseño de producción de conocimiento, por sobre el diseño de saberes ya hechos para su consumo.
Otra variante que ocurre es que a veces la comunidad ajedrecística le propone a las autoridades ministeriales (o/y al director de la escuela) que el docente de ajedrez incursione en las otras áreas. O sea, que enseñe otros contenidos utilizando el ajedrez.
No es ése el rol que el Director especta de un profesor de ajedrez.
Además, el profesor de ajedrez no posee los conocimientos necesarios para el desarrollo de esos contenidos. Con lo cual puede ocurrir un problema grande. Hay que exigirle al docente de ajedrez una cierta cultura general, similar a la que se le exige a lxs demás docentes: en Argentina “título secundario”, habida cuenta que es obligatoria la escolaridad secundaria desde 2006. Esto permitirá suponer que no enseñe que “la torre mueve en línea recta y el alfil en diagonal”, porque la diagonal ES una “línea recta” y si él explica de esta forma, es obvio que entrará en conflicto (grave) con la maestra de matemática.
Por ejemplo: Cuando se enseña la movilidad del caballo, se puede decir que en las 4 esquinas (a1, a8, h1 y h8) el caballo sólo domina dos casillas. También se puede decir que domina 2/64. Mientras que en el centro 8/64.
Esta forma diferente de expresar lo mismo sí le va a resultar útil a la maestra de matemática y es probable que genere en ella simpatía hacia la enseñanza del ajedrez. Nótese que en este último caso, el profesor de ajedrez NO se está apartando de sus contenidos, sino que los explica utilizando terminología propia de la escuela. Esto sí es muy útil y recomendable.
Igual cuando se desarrolla la Olimpíada: Explicar con qué país jugó nuestro equipo, señalarlo en el mapa, etc. y mostrar algún remate, no solo resultará más atractivo sino que trazará lazos vinculantes con el interés por el conocimiento geográfico, que saldrá de nuevo a la luz, cuando el docente del área lo explique: Habrá estudiantes que digan “con ese país jugamos en las Olimpíadas de Ajedrez”, y señalarán el continente en el que se ubica.
La ligazón cooperativa de conocimientos es una palanca de apertura a nuevos intereses y saberes.
En Argentina el ajedrez está instalado en miles de escuelas desde hace más de 30 años (un buen punto de inicio podría ser el advenimiento de la Democracia, o sea el ciclo lectivo 1984).
En Argentina no escapamos a estos vaivenes. Los transcurrimos, los discutimos, avanzamos y retrocedimos. Realizamos congresos, jornadas, donde estos temas fueron (y siguen siendo) muy analizados. Nuestra conclusión es que el eje tiene que ser la formación docente de lxs profesorxs de ajedrez; permanente y continua.
Para entender cada vez mejor qué es la escuela y qué se espera del docente de cada área: La enseñanza de los contenidos de su disciplina, lo más profunda que sea posible, interrelacionando con sus pares. Parece una premisa sencilla. No lo es.
Se debería dar ajedrez en todos los colegios del estado.