PROCESARON POR EXTORSIÓN A SANTORO, EX DE LA PALABRA

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Daniel Santoro, aunque nacido en Avellaneda en 1958, vivía en 148 casi 17, de Berazategui. Estudió en el Politécnico. Hermano del médico que trabajó en el Centro Sábatto. Estudió en la UNLP, donde tuvo como profesor de Periodismo de Investigación a Alfredo Torre (quien en futuras clases habría de destacar a sus dos ex mejores alumnos: Daniel Santoro, de Clarín, y Alberto Moya, de la revista Veintitrés).

Sus primeros pasos en la prensa los garabateó en el semanario La Palabra. Allí lo conoció la colega Zulma Díaz, quien dijo tener un » triste recuerdo: En Berazategui yo hacía una pasantía para el periódico La Palabra. Me enviaron a hacer nota vecinal barrial. Justo estaba Santoro ahí, que operaba no sé para quién. Me autorizaba la entrevista siempre y cuando escribiera el artículo frente a él».

Otra fuente de este CIB, Norberto Filippi, nos recordó que militaba con ellos en el peronismo que puso como primer intendente en 1983 a Arturo Ramón, de la línea de Herminio Iglesias.

Luego, hizo carrera en el periodismo hasta que en la década del ’90 incursionó en la escritura de libros. El segundo de ellos fue pro Domingo Cavallo, en 1993. Aunque fue un par de años después cuando empezó a gozar de la admiración de sus colegas tras seguir una pista que había sido primicia del diario La Nación: el tráfico de armas a Ecuador. Santoro la siguió en Clarín y terminó por ganar el entonces prestigioso premio Rey de España.

Ya en este siglo, había sido convocado por Editorial Sudamericana para escribir sobre la corrupción K, pero después de cobrar un adelanto e intentar organizarlo, Santoro respondió que «no había libro», pues carecía de algo contundente. Otros transitaron ese camino.

Santoro terminó por sumarse al coro anti k que conformaron Jorge Lanata, Nicolás Wiñazki, Luis Majul y demás. Así llegó a firmar notas que se descubrieron como falsas, como la tapa de Clarín en la que mentía que Nilda Garré y Máximo Kirchner tenían una cuenta bancaria en el exterior, lo que fue desmentido hasta por el banco norteamericano. Clarín se negó a publicar la aclaración. Es que Santoro no escribía per sé, sino como parte de un proyecto mucho mayor.

Otra operación suya fue la de presentar como «el mayor experto en narcotráfico y terrorismo» a Marcelo D’Alessio, un agente de inteligencia con quien festejó su cumpleaños en la casa donde vive Santoro, en Armenia 1450, de Palermo.

Su amigo espía con ramificaciones internacionales fue grabado y filmado por uno de sus extorsionados. De todo eso, la población fue informada recién el 8 de febrero de este 2019 por el periodista Horacio Verbitsky.

Luego del escándalo, Santoro minimizó la primicia de lo que llamó «blog kirchnerista» en la mesa de Mirtha Legrand.

A pesar de sus lamentos para ponerse en víctima, fue echado a empujones del programa Animales Sueltos (América TV) donde era columnista, cuando sus compañeros se enteraron de que eran espiados por Santoro, quien le pasaba informes a D’Alessio.

Si bien concitó la solidaridad de firmas colegas que pretendían entender esto como un ataque a la libertad de prensa, Santoro terminó frente a un juez federal al que no convenció con sus explicaciones y terminó por ser procesado en las últimas horas.

En la causa –por la que está en rebeldía el fiscal Carlos Stornelli– están implicados dos ex policías bonaerenses de alta graduación: Ricardo Bogoliuk –del que Verbitsky escribe aquí, abajo– y Aníbal Degastaldi, quien supo tener injerencia en Berazategui cuando fue jefe de la quilmeña DDI o Delegación Departamental de Investigaciones (Inteligencia).

PROCESADO

Ahora, el ex periodista Santoro fue procesado sin prisión preventiva por el juez federal de Dolores, Alejo Ramos Padilla, por “coacción y extorsión en grado de tentativa” y sus bienes embargados hasta cubrir la suma de tres millones de pesos. El magistrado le dictó “falta de mérito” en la asociación ilícita con D’Alessio.

Santoro fue considerado “partícipe necesario” de los delitos en perjuicio de dos empresarios. En una resolución de 258 páginas, el juez dice que “No podrá ausentarse de su lugar de residencia por un término mayor a los diez días sin previo aviso al tribunal; que deberá dar aviso por cualquier cambio de domicilio (o) para viaje al exterior”.

Clarín había adelantado que «los abogados de Daniel Santoro pidieron el lunes al juez Ramos Padilla la destrucción inmediata del informe con las llamadas entrantes y salientes del celular del periodista de Clarín existente en la causa D’Alessio para evitar una violación al secreto profesional consagrado por el artículo 13 de la Constitución Nacional y tratados internacionales«.

Ironía de Verbitsky: Ilustración del Manual para el tratamiento de las fuentes periodísticas, de próxima aparición. Santoro había publicado un Manual sobre periodismo de investigación.

TANTO VA EL CÁNTARO A LA FUENTE

El establishment, al rescate del operador judicial del Grupo Clarín
(Por HORACIO VERBITSKY, El Cohete a la Luna, marzo 10, 2019)

El Colegio de Abogados de la City de Buenos Aires, la Asociación de Propietarios de Diarios (ADEBA), el Foro de Periodistas FOPEA y un grupo de columnistas del Grupo Clarín, de La Nación y del portal Infobae, firmaron conmovedoras declaraciones de solidaridad con Daniel Santoro y en defensa de la libertad de expresión, que estarían bajo ataque de una banda de Korruptos. Con no llamativa coincidencia, todos ellos sostienen que Santoro es cuestionado por tener a Marcelo D’Alessio como fuente. Ninguno cita la fuente de tal hipótesis, porque no existe. Lo que mencionó el juez Alejo Ramos Padilla al procesar al ex policía y permanente servicio Ricardo Bogoliuk fue lo inverso: que Santoro era la fuente de D’Alessio para algunos de los informes que se secuestraron en su casa, solicitados por Bogoliuk. Uno de ellos versa sobre cuestiones ideológicas y políticas de los animales del show que conduce un relator de fútbol.

Más duro aún es el dictamen del juez Luis Rodríguez, en la causa por la extorsión al aduanero Gabriel Traficante. Santoro publicaba en Clarín datos que atribuía al expediente del juez Marcelo Aguinsky pero que en realidad eran inventos con los que D’Alessio lo extorsionaba.

El problema no son las fuentes de Santoro, sino las terminales que lo usan como fuente a él y su rol como introductor y garante de D’Alessio entre víctimas de la extorsión, periodistas y judiciales. “Me infiltraron”, dijo en su descargo, con la frase más desopilante de esta historia ya de por sí bizarra.

Su licencia en el programa sobre animales no fue voluntaria, sino obtenida a los empujones por el relator de fútbol, quien no le dejó dudas de que corría peligro de gol. Por si quedan dudas, ninguno de sus compañeros en ese zoológico firmó las declaraciones de solidaridad y uno de ellos está a la espera de que se abran las cajas remitidas por el juez a la comisión bicameral de supervisión de los organismos de Inteligencia, para ver qué dijo de él y proceder en consecuencia.