MAYO DE 1973, DE KUNKEL A KLOOSTERMAN

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En los primeros días de mayo, asumieron los legisladores que prepararían el recambio de los poderes ejecutivos a fin de mes. Si en el Congreso, el FreJuLi tenía a diputados de centro izquierda como Armando Croatto o Carlos Kunkel, que asumió vestido de guayabera.

En los Concejos Deliberantes (HCD) del conurbano asumieron personeros de la más rancia derecha. Salvo en Lomas donde ingresaron tres ediles de JP. Según Roberto Perdía: “La JP de Lomas tenía una influencia enorme sobre el PJ. No era común”.

  • Allí el intendente Ricardo Ortiz llevaba como 2º edil a Eduardo Duhalde y a César Dolinzky, Hugo Sandoval y Héctor Lencina.
  • En Lanús, Manuel Quindimil iba con Alberto Belén (UOM).
  • En Echeverría, Oscar Blanco, con Rubén Dominico.
  • En Berazategui, como vice 2º del HCD quedó Amor Ameal, el del Centro Comercial que pedía “fusilen, no queremos presos”.

En Quilmes, presidirá el HCD Indalecio Bebe Castro, secundado por Constantino Tino Pérez, cuyos custodios irán a la AAA.

Visitaron el Hotel Provincial, recibidos por Oscar Bidegain, su mujer e hija. Lo sabían peronista, pero dudaban del entorno. Fiel a su estilo de chocante franqueza que bordeaba la hosquedad, encaró:

–Mire, gobernador. Vinimos antes de la asunción porque vemos que a su lado habrá gente con decisión a la que no reconocemos como peronistas. Tenemos nombres de algunos quilmeños…

Los paró con una mano el gobernador electo:

–Voy a hablarle como médico: el enfermo que simula se nota porque exagera. El peronista no necesita decir que es peronista.

Castro cambió una mirada con Tino. No insistió.

De regreso a Quilmes, empezarían a armar su banda:

–Ustedes van a ser mis buenos muchachos. No se olviden que fueron nombrados por ordenanza. Están acá para portarse bien; así que se dejan de joder. Tomen, vayan a Varelita a comprarse alguna ropa más o menos presentable –Bebe metió la mano en el bolsillo; les guiñó un ojo y cabeceó. A Tino, le confió:

–Estos, con un laburo, no joden. Si no les damos una mano, van a terminar mal.

Al otro día, el asesor letrado Obdulio Rosano vio en el piso 3º de la Municipalidad cómo Juan Carlos Cicuta Acosta dejaba planchado a un hombre con una trompada. Sintió una extraña admiración por ése y otros jóvenes de la Concentración Nacional Universitaria (CNU) que frecuentaban el Concejo. Preguntó:

–Yo trabajé con el coronel Jorge Osinde, un excelente profesional que por eso está con Perón. ¿Cómo se llama ese custodio de mano pesada que vive cerca del límite con Ezpeleta?

–Acá, viejo, todos tenemos apodos. Nos lo ponen en la cancha.

–¡No! Sí, claro; aunque el Polaco no es muy habitué del fútbol –Se refería a Jorge Dubchak.

Así empezó a trabar relación con los hermanos Fernández; Ojeda y Oveja Goi, que vivía en Rodolfo López casi Sáenz Peña, a quien habrá de defender en algunas causas; un ex colectivero.

Ahora, unos ponían cara de nada; otros se mostraban más serios o agachaban la cabeza ante pocos, como el admonitorio Tino:

–Acá, el armado estuvo a cargo también de las agrupaciones de José Rivela y de Cano. Por ahí, hubo designaciones inorgánicas. Pero hay quienes se matan por ir a las reuniones a lograr un puesto. ¡A ustedes los metimos en el Consejo de Partido y dejan de ir! Ese Consejo es el que elige al intendente. ¿Entienden?

Pronto integrarían la comisión receptora de Perón, que en Quilmes presidió el intendente e integraron tres ediles; dos miembros de CGT y tres de Juventud: Juan Ripa, Mario Piraíno y Jorge Dubchak, que a Rivela le pareció “un muchacho agradable”. Serían los responsables de coordinar el viaje y la asistencia a la emboscada de Ezeiza.

Ya detrás del Bebe, Oveja veía anotar a José Estevao y bromeó:

–¡Guarda con éste, que no es zurdo sólo para escribir, eh!

Se habían conocido un par de años antes. Estevao regresaba a Solano, a metros de Mosconi y 850; reconoció a una chica del barrio que iba del brazo de un pibe de 18; con físico de rugbier aunque no tan cuadrado y pelo enrulado; apenas cabeceó. Habría de verlo otra vez como chofer del Blanquito y, a medida que se hizo frecuente, agradeció que no le cobrara boleto El Oveja.

Manuel Gallardo veía a la Norma Kennedy organizar y dar órdenes, carente del respeto que sí tenía con él. Por unos minutos, mientras ella gritaba, la recordó con los tres de la Fede Comunista; su acercamiento al peronismo; su pareja con José María Aponte, preso por ladrón picante, a quien ella visitaba con plata que pedía prestada; las torturas compartidas tras el robo al sable; el hijo con Alberto Pocho Rearte; sus tiroteos en el peronismo ortodoxo…

–Y vos, Manu, vas a manejar la Mesa de Trabajo de Bienestar Social en Varela, Berazategui y Quilmes.

Los presos en provincia

Carlos Kunkel y cinco de los diputados que juraron a principios de mayo, volaron a la Patagonia para evitarles represalias a los presos, con los que charlaban de los hechos de esos días. La Héroes de Trelew, del ERP, tomó documentación y sellos del Registro Automotor de Lanús y copó la guardia de la fábrica Galileo, en Avellaneda, para vender revistas y recuperar armas.

Después de la visita a Rawson evaluó:

–Están mejor que nosotros. Tienen para leer y con quién discutir. Uno me enrostró una declaración que ni yo había visto.

Otro día, pudieron ir al puerto donde tenía barcos la familia de Diego Muniz Barreto, ex alumno del St George’s, de Quilmes.

–Austral fletará un avión para regresar a los presos del PEN.

–Los milicos podrían derribarlo. Habría que prevenir; subir a varios jetones, para que les sea gravoso el repudio internacional.

–Pero, ¿vos pensás que se animarían?

–Y, si se animaron a los fusilamientos de agosto…

En La Plata, Kunkel será testigo del abrazo de Bidegain con Carlos Caride, Envar El Kadri y la visita de José Luis Nell disfrazado de “abogado Cárdenas”, prófugo de un penal uruguayo, encaramado recién como responsable de Montoneros en el conurbano sur.

En esos días, la M se llevó armas y uniformes de la Policía Ferroviaria de Gerli. En Lanús, una orga ocupó el auto del director de Personal de la Policía y retuvo al chofer. El ERP-22 baleó a Luis Giovanelli, de Ford, en el intento de secuestro, por lo que pidió dinero, más útiles para escuelas de Varela y Avellaneda.

Kloosterman

El tercer sindicalista nacional asesinado

A días de la asunción presidencial, Kunkel recibió un consejo:

–Hay una situación de emergencia. Los jetones deben cuidarse.

En La Plata, sobre calle 51, cerca de 28, ocho metros delante del garaje de una casa, cambiaban la rueda trasera derecha de un Citroën. Uno de los improvisados gomeros entró a una panadería:

–Vengo por unas facturas.

Sobre calle 27, un Chevrolet 400 gris con baúl verde, esperaba.

Desde el garaje, salió marcha atrás una rural Falcon. En mitad de la calle, su conductor nada pudo hacer ante dos jóvenes que de frente, armas en mano, se acercaron a las corridas desde el Citroën; le dispararon con una .45 y una ametralladora; corrieron hacia la calle de atrás; subieron al Chevrolet y partieron.

En Los Hornos, antes de salir, Kunkel oyó en la radio:

–Hoy 22 de mayo, al mediodía, Dirk Henry Kloosterman fue baleado. El secretario del Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor salía en su Falcon último modelo…

Se lo adjudicará una escisión de FAP, el Comando Nacional.

En el sepelio, el tesorero Ismael Piñero rememoró:

–Trabajamos en Berazategui desde 1964. Yo lo convencí de que entrara al gremio. Recibía amenazas como todos, pero no aceptó custodia. Ahora, me siento responsable.

Uno de los pesados de su entorno, Francisco Chicho Basile, de Varela, pasaría a la defensa armada de SMATA.

A las 16, llegó José Rucci, con Rubén Diéguez, secretario de la CGT La Plata y diputado provincial; ambos, insultados:[1]

–¡Ustedes van a morir igual! ¡Hay que matarlos a todos!

[1] El Día, 24 y 25 de mayo de 1973, con foto de Eustaquio Tolosa y Rucci.

Horas más tarde, Kunkel se daba “el gusto” de sacar de la U9 de La Plata, sobre sus hombros, a Caride, co fundador de FAP, a quien vio recibir un arma que se calzó a la cintura.