
72 años del atentado del 15 de abril de 1953
Por Gogo Morete
Aquella frase “La historia ocurre dos veces: la primera vez, como tragedia, y la segunda, como miserable farsa», se corroboró ayer cuando Scoot Bessent visitó la Casa Rosada, sin que aún sepamos qué figura en el pagaré que firmaron los colonialistas: ¿Litio? ¿Antártida? ¿Dolarización?
Las fechas de la entrega no son azarosas. La batalla de Pavón fue el 17 de septiembre, por mencionar sólo una de las coincidencias históricas que producen los subordinados del Imperio. Si Troya hubiese sido argentina, los griegos no hubiesen tenido que regalar el caballo. Desde hace más de 500 años, tenemos muchos que corren a abrir las puertas del invasor.
La fecha que hoy nos convoca es la que podría considerarse el inicio del terrorismo, justo cuando una multitudinaria manifestación escuchaba al presidente Juan D. Perón. Para que quede claro que esta nota no habla sólo del pasado: la convocatoria era por “¡inflación, agio y especulación!”.

Aquel 15 de abril de 1953, un grupo terrorista colocó una bomba en la estación de subte Plaza de Mayo, que mutiló a 19, entre más de 93 heridos, y mató a seis personas:
Santa Festigliata, Mario Pérez, León David Roumieux, Osvaldo Mouche, Salvador Manes y José Ignacio Couta.
Este criminal acto se produjo con la frialdad pergeñada por quienes habrían de bombardear la Plaza de Mayo dos años después.
Ese primer grupo bombardeador fue un comando civil integrado por jóvenes radicales: Roque Carranza (el ingeniero), junto a Arturo Mathov (el jefe), Carlos Alberto González Dogliotti (el ayudante).
Mathov era el padre de Enrique Mathov, secretario de seguridad de Fernando De La Rúa a cargo de la represión del 19-20 de diciembre de 2001, por la que fue condenado a cuatro años y tres meses de prisión acusado de homicidio culposo y lesiones culposas.
Carranza fue ministro (1983-85) de Obras y Servicios Públicos de Raúl Alfonsín; premiado por la historia oficial al poner su nombre en una plaza y estacion de subte de la Capital Federal. Lo de la plaza puede ser, una placita no se le niega a ningún genocida, pero la estación de Subte es una de las tantas perversidades a la que nos tiene acostumbrados los que ganan.
No olvidemos que la estatua del argentino que proponía dividir el territorio nacional en cuatro repúblicas durante el ataque anglosajón de 1849 tiene su estatua en las tierras que pertenecían a la residencia familiar de Juan Manuel De Rosas.
Del Archivo

Excelente y oportuno análisis.
Gracias por leernos.
Muy bueno, hay que mantener viva la memoria para no repetir errores