ARTES MARCIALES, EN TIEMPOS DE PANDEMIA

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(Por Oscar Carranza)

Frente al aislamiento social, los practicantes de artes marciales le hacen frente al Covid-19, a través de las pantallas, con capacitaciones que trascienden el ámbito local, creándose una red de apoyo global.

Es sabido que la pandemia ha cambiado las prácticas sociales y cotidianas de la población, y aún sigue modificando el modo de vivir. Las relaciones interpersonales –y sobre todo las intrafamiliares– se redujeron al mínimo intercambio, dando como resultado efectos perjudiciales, tanto a nivel social como psicológico. La falta de actividad física y el stress, se generó un combo explosivo en el equilibrio individual. Sin embargo, los instructores de artes marciales brindan apoyo a mucha gente que sigue sus clases online, lo cual se traduce en un mejor sostenimiento de la salud. “El acompañamiento más grande, es a nivel humano”, afirman.

Walter Retein, maestro de karate de Villa Pueyrredón, expresa que “la pandemia nos cambió el terreno de combate”, pero que a través de las clases online le brindó a sus estudiantes “ordenar el ser, cuerpo, mente y espíritu”. Con sus más de 30 años de actividad en el Karate señala que a través de los encuentros semanales, vía Zoom o WhatsApp, se logró que “el aporte sea el mismo que en el Dojo (lugar donde se enseña regularmente), que es en la formación del carácter, la fortaleza y el conectar con una fuerza interior, un poder que desconocemos de nosotros mismos”.

En ese mismo sentido se expresa Abrahín López, instructor de Whing Chung, arte marcial de origen chino, derivada del Kung Fú: “el aporte (de las clases online) es total y súper completo. A nivel físico, todos sabemos que hace bien, pero además llegamos a los puntos más profundos, tocando lo psicológico y emocional. La pandemia nos afecta a todos, por eso qué mejor cable a tierra que seguir practicando y evolucionando”. Con sus más de 60 alumnos regulares, que lo siguen virtualmente en sus clases, López se dio cuenta de la importancia de la conexión con sus alumnos, que desde el principio del Covid-19 no dudaron en seguir sus instrucciones a través de los recursos tecnológicos. “La pandemia nos obligó a compartir más cosas, que antes no podíamos valorar”, asegura.

En cuanto a la práctica con contacto físico, esencial en las artes marciales, si bien en las clases online es nulo, ha despertado la imaginación de los maestros, proponiendo ejercicios de repetición y formas que asimismo brindan su aporte, como lo bien lo explicó Diego Brasich, Sensei de Aikido, arte originada en Japón. Desde su casa, en Monte Grande, él trata de “buscar otras formas, jugar con la creatividad, tratar de ver cómo llegar a los alumnos y que entiendan”, a través de “cosas claras, concretas, como por ejemplo desplazamientos y posturas”. Y vaya si lo ha logrado, ya que desde el mes de marzo lleva impartiendo más de 70 clases, sumando también a practicantes de diferentes países, que han aprovechado el uso de las aplicaciones y plataformas online. “Gente de Chile, México y otros países están muy agradecidos por las clases, se despejan en sus casas y pueden ver de otra forma lo que nos está sucediendo”, señala Brasich.

Si bien ya antes de la pandemia muchos maestros alrededor del mundo gozaban de una cada vez más creciente relación e intercambio —redes sociales mediante—  cuando apareció el Covid-19 los instructores comenzaron a interconectarse aún más, a través de clases trasmitidas en directo, con los mayores exponentes de cada arte. Un ejemplo de ello es Proyecto Latinoamérica en Casa, encuentros entre maestros de karate, con la participación de cientos de estudiantes.

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