Las cianobacterias o algas verde azules son bacterias fotosintéticas que se originaron alrededor de 3000-3500 millones de años. Se las considera responsables de contribuir a generar el oxígeno atmosférico, reciclar nutrientes y captar el carbono y el nitrógeno de la atmósfera al agua. Forman parte de las redes alimenticias de los ecosistemas acuáticos. Algunas especies son beneficiosas por sus aplicaciones biotecnológicas mientras que otras presentan efectos perjudiciales debido a su capacidad de sintetizar y liberar toxinas y así como alterar las características organolépticas del agua.
Estos microorganismos son de amplia distribución geográfica y se los puede encontrar tanto en ambientes acuáticos como terrestres. Numerosas especies de diversos géneros habitan reservorios y cuerpos de agua dulce. En Argentina, se han detectado floraciones de cianobacterias en casi todas las provincias siendo Microcystis y Dolichospermum los géneros dominantes en un 60% seguido por Planktothrix/Oscillatoria (14%), Chroococus y Pseudoanabaena (8%), Aphanizomenon (7%) y Cylindrospermopsis (4%).
En determinadas condiciones ambientales (altas temperaturas, aumento de nutrientes −sistemas eutrofizados−) pueden causar problemas al ambiente y a la salud humana y animal. En esas condiciones, se produce un incremento significativo de la biomasa en horas o días, llamada floraciones que pueden trasladarse hacia las orillas provocando daños importantes en aguas y lugares recreativos. Las células tienen vesículas de aire que les permite flotar y regular su movimiento en la columna de agua. Ello hace que se encuentren en la superficie de las aguas como manchas verdosas que puede desaparecer rápido o permanecer por periodos prolongados. En algunos casos las floraciones son acompañadas por la síntesis y liberación de compuestos tóxicos llamados cianotoxinas así como de compuestos volátiles olorosos que alteran las características del agua.
Los florecimientos algales ocurren de modo natural sin embargo se presentan con más frecuencia en ambientes que han sufrido la interferencia humana. Es sabido que el aporte de nutrientes, como el nitrógeno y el fósforo provenientes de la escorrentía de suelos ricos en fertilizantes derivados de las prácticas agrícolas, la tala de la vegetación típica de las riberas de ríos y arroyos facilita el transporte de fertilizantes generando la erosión del suelo. Además, los efluentes industriales y urbanos como los cloacales o los depósitos de basura contribuyen a la eutrofización de los cuerpos de agua que junto con otros factores como las altas temperaturas, la luz y la baja renovación del agua generan las floraciones cianobacterianas.
A los problemas generados en el aspecto del agua es sabido que producen toxinas reconocidas como nocivas para humanos y animales. En nuestro medio se han identificado diferentes toxinas en los cuerpos de agua con cianobacterias siendo las hepatotoxinas y las neurotocinas las más encontradas. Entre los efectos que generan se encuentran los derivados del contacto directo con irritación de piel y membranas mucosas, alteraciones gastrointestinales (vómitos, diarreas, cefaleas), trastornos hepáticos y efectos neurológicos, entre otros. En nuestro medio se ha encontrado a microcistis aeruginosa como la principal cianobacteria y a la toxina microcystina en diversos cuerpos de agua. Las personas y animales toman contacto con estas toxinas a través de la piel en actividades acuáticas y juegos recreativos en las orillas de las playas donde se acumulan las cianobacterias. También por ingesta de agua en forma directa al nadar o en juegos y deportes acuáticos.
Es común que generen problemas en las plantas de potabilización de aguas como ser dificultad en la coagulación, floculación así como taponamiento en los filtros de arena y en consecuencia pueden encontrarse toxinas en el agua de red.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció como valor provisional de referencia 1 microgramo/litro como nivel máximo aceptable para el consumo oral diario de Microcystina en aguas de abastecimiento público. Nuestro país no lo contempla en su legislación.
Ante escenarios de cambio climático global los eventos de floración serán más frecuentes y abarcarán mayores extensiones globales de incidencia, lo que requerirá acciones tendientes a su control y manejo.
Es apremiante implementar políticas ambientales y de salud pública que atiendan esta problemática. Los organismos responsables de la gestión del agua deben elaborar un sistema de seguimiento con el objetivo de monitorear la calidad en ambientes acuáticos como en aguas de consumo.
Es necesario evitar la descarga de efluentes humanos e industriales en los cuerpos de agua cerca de las ciudades como centros de uso y consumo.
Los cuerpos acuáticos deben ser analizados como cuencas lo cual que permite contextualizar los procesos que se generan en el territorio.
La información sistematizada de la presencia de los crecimientos algales conociendo las concentraciones de las cianobacterias y las cianotoxinas permitirá evaluar los efectos negativos y planearse acciones de control y manejo de cuencas.
Ningún otro medio le da tanto espacio al tema.
Muy bien el CIB, que siempre le dedica espacio a lo ambiental
NO tenemos paz con la ecología, no?