DESTERRADOS, SIN TECHO Y SIN DERECHOS

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Por Néstor Rojas

Son tiempos de blanco o negro, sin grises. Enfrentamos el desafío de ser audaces, de fortalecer nuestras organizaciones y potenciar la rebeldía colectiva capaz de imponer en la agenda pública, en las confrontaciones, la urgencia ante el escandaloso déficit habitacional en la Argentina, que arroja a millones de familias a sobrevivir sin techo y sin derechos. En tanto, miles de personas son empujadas cada día a la intemperie, a sobrevivir bajo las autopistas.

Crecimos escuchando aquello de que la Argentina es grande, en referencia a su extensión territorial de más de tres millones setecientos mil kilómetros cuadrados. Contradictorio con esto, para las mayorías populares se trata de una Argentina pequeña y expulsiva, planificada desde las elites minúsculas del poder, desde la vieja a la presente oligarquía diversificada, de las grandes extensiones de tierras y las rentas de negociados inmobiliarios, los mismos apellidos que construyeron aquello de tirar manteca al techo.

Una oligarquía que mientras se apoderaba de los bienes comunes, con sus lenguaraces, proclamaba y proclama el sacrosanto respeto de la propiedad privada. Cuando el verdadero problema es que millones de hombres y mujeres fuimos y somos privados de toda propiedad; que la voracidad del llamado mercado arrasó con derechos fundamentales de la ciudadanía, que reconoce la letra de la Constitución Nacional: “Derecho a una vivienda adecuada”.

El imperio de las injusticias: de que hablamos cuando afirmamos que Argentina es el país más desigual. El paraíso terrateniente, el reinado del rentismo parasitario: Unos 6500 asentamientos registrados en el Registro Nacional de Barrios Populares (ReNaBaP), en el que habitan más de cinco millones de compatriotas que carecen de vivienda digna. Muchos, en situaciones de suma precariedad, en condiciones infrahumanas. En una geografía de 684 Km cuadrados, unas cinco millones de almas. En tanto, nueve mil kilómetros cuadrados, casi 14 veces más que la extensión del ReNaBaP, son las posesiones de un individuo llamado Luciano Benetton, que ni habita en la Argentina, unas 44 veces la CABA. Abismales desigualdades nos convierten en una sociedad -en un país- inviable. Territorio del saqueo de las patronales del mundo y sus metrópolis imperiales.

Estiman que diez millones de personas alquilan. Se paga por un alquiler montos similares o mayores a los que en otros momentos permitían a un trabajador acceder al techo propio. Es este el marco de un país con más de 23 millones de personas habitando bajo la línea de la pobreza, 6 millones en la indigencia. En los últimos dos años creció en un 55 % el desamparo de miles sobreviviendo en situación de calle, abonando en el paisaje de cada día de las ollas populares en las barriadas. Se trata de la extrema crueldad planificada, de la superexplotación que concentra cada vez más; que nos exige construir otro rumbo para alumbrar el futuro de millones de mujeres y hombres que habitamos este suelo.

Necesitamos construir proyectos que distribuyan e incluyan, antes quienes concentran y excluyen, acumulando riquezas con sus fraudulentos negociados inmobiliarios despojando los magros salarios del presente al pueblo trabajador. Necesitamos recuperar la memoria histórica de “había una vez” un decreto 1580 que protegía al inquilino y le daba sentido a la propiedad como un bien social. Que había una vez en que, con el salario de un trabajador era posible acceder a la casa propia pagando mes a mes la cuota del terreno, en tanto se construía la vivienda, asadito mediante, con familiares y amigos, edificando en los fines de semana. “Había una vez” una Constitución Nacional cercenada y reemplazada hace muy poco por el DNU 70/23 y la ley Bases. Así como no olvidamos que el Banco Hipotecario supo tener otro rol, en el marco de las conquistas de la clase trabajadora y la construcción de barrios obreros que conservan el nombre que le dieron origen desde las distintas ramas de la producción y la industria.

Entre tantos, recordamos derechos que vinieron a liquidar y no recuperamos al presente. La pasada dictadura genocida decreto de facto la ley 21342 en la letra de José Martinez de Hoz y Jorge Videla “Normalización de locaciones urbanas”, sentenciando conquistas fundamentales de nuestro pueblo en favor de la hiper concentración de riquezas y poder. Es necesario recordar que a estas realidades del presente no llegamos por vía de los consensos; todo lo contrario. El extremo recurso del genocidio de las clases dominantes es determinante en la realidad que vivimos.

La creciente desigualdad muestra asimetrías escandalosas de barrios cerrados como burbujas del confort y villas o asentamientos precarios como verdaderos infiernos en la tierra.

En eso llegó Milei, dispuesto a cercenar aquello que la resistencia popular mantuvo con lucha de aquellas conquistas de nuestros antepasados. Decretó la muerte de la ley de alquileres. Decretó el fin de la obra pública. Más de cien mil viviendas en construcción quedaron paralizadas. Disolvió la Secretaría de Desarrollo Territorial y Hábitat de la Nación; así, la vivienda es como un ente del comercio y la especulación de los que más tienen, en esa lógica que conocemos: La ley de la selva.

Hoy, en este 2025, un 40 % tiene serias dificultades para pagar su alquiler y nueve de cada diez temen no poder pagarlo en los meses venideros

El único camino: el viernes 7 de marzo en la CTA Autónoma (Bartolomé Mitre 748, CABA) nos convocamos a constituir un ámbito multisectorial por el derecho a la vivienda, con la finalidad de dar respuesta a la urgencia, como organizaciones populares, como ciudadanos que nos asumimos sujetos de derechos, como hombres y mujeres que en este presente complejo tenemos la decisión de asumir las responsabilidades y los desafíos de nuestro tiempo. Nadie lo hará por nosotros y nosotras. De esto se trata.

  • Néstor Rojas – Comisión Ejecutiva Nacional de la CTA Autónoma.

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