Los obreros dialogaban:
–¡Este Castillo es un traidor! ¡Va al arreglo con la empresa!
–Así llegó a secretario general, y desde el Sindicato, impone sus hombres en las comisiones internas de todas las fábricas.
Quienes en Rigolleau despotricaban contra Maximiano Castillo, ya fueran socialistas democráticos, peronistas, radicales, trotskistas o independientes, se sumaron a formar la lista Naranja.
Uno de sus adherentes era Carlos Fierro (PC), de 29 años:
–Desde el Cordobazo que trabajo acá. ¡Hace dos años venimos construyendo consenso! Ya sorteamos los vericuetos legales que el sindicato nos imponía. Ahora podemos presentarnos. ¡Hay que pelearle la comisión interna a la Celeste del oficialismo!
Entre los 2170 obreros de las 44 secciones circulaban volantes:
“Por mejoras en salubridad, salarios y participación de los trabajadores para tener delegados por sección”.
El 13 de enero…
–Compañeros, la Naranja obtuvo ¡más del 75% de los votos!
Entre aplausos, la nueva Comisión asumió con Ignacio Pérez y Carlos Vidal, más los vocales Luis Alberto Angelini, Juan Carlos Flaco Lamas, Hugo Avila; Rodolfo Fito Ozzan y Carlos Glerean.
Vidal explicaba:
–Cualquier problema se lo habla en asamblea, en fábrica y en hora de trabajo. Todos opinan hasta que se resuelva el reclamo a la patronal, y allá tiene que ir la Comisión Interna. No al revés.
–Una CI de siete no alcanza. Lo óptimo sería un delegado por sección. Necesitamos 44 colaboradores –adelantó Nacho Pérez.
Un periodista, Oscar de la Rosa, no muy alto, se presentaba:
–Soy Pablo Sosa y, ¿la verdad? Nunca vi algo así acá.
Alfredo Valcarce Soto, de bigotes sobre su piel mate, consultó:
–Gordo, ¿le digo algo de esto a tu hermana?
–Es tu mujer, Tito; vos sabrás, pero cuanto menos se hable…
El gordo Angelini tocó el hombro del petiso Menéndez:
–Luis sabe. Ahora sí hay comisiones con apoyo obrero en varias fábricas, no como antes. Lo mismo en Propulsora Siderúrgica, de La Plata, con el Pato Rave, del PB, que también es de Berazategui; o el Barba Gutiérrez, que está con la M en SAIAR.
Luis Rave (FAP) integraba desde el 24 de mayo de 1974 una comisión interna provisoria con Pablo De Santis (ERP), Salvador Delaturi (PC), Omar Cherri y Roberto Lopresti (JTP/Montoneros).
En la fábrica de termotanques Rheem, sobre Av. 12 de Octubre, a metros de Calchaquí, en Quilmes Oeste, pancartas desflecadas aludían a la inflación suspensiones de obreros y quite de colaboración.
En la oficina del gerente de planta, un militar colorado, de sexagenario pelo blanco, con pretención de ejecutivo yanqui, agitaba un papel:
–Mire lo que consiguieron en esta democracia: Pago de extras al 75% más; 300% los feriados; francos compensatorios; premio por asistencia, régimen de categorías; multiempleo con mayor remuneración, y ahora, la pelotudez de las calorías. ¿Qué más quieren esos negros?…
Frente a él, otro directivo, de unos 65 años, apretaba los labios.
–… El gremialismo combativo crece y hay que atacarlos con sus armas; constituirnos las Fuerzas Armadas en grupos celulares.
Recién entonces su interlocutor comentó:
–Vea, Gagey, si es por eso, un íntimo allegado del general Suárez Mason me dijo que, la que se viene, será terrible.
Sólo entonces pareció tranquilizarse el capitán de fragata ingeniero Carlos Augusto Gagey.