No fue soplar y hacer botellas
Por Nicolás Avendaño
“Con el título Sol de Mayo se constituye en la localidad de Berazategui una sociedad de resistencia de oficios varios que tiene por objeto procurar el mejoramiento moral y material de todos sus asociados, favorecer su cultivo intelectual teniendo como finalidad la completa emancipación económica y social del proletariado”.
La Protesta, 6 de abril de 1913
Si existe una ciudad “capital nacional del vidrio” es sólo a través de las manos y luchas de sus obreros. Tan extensa como debatible es su trayectoria en el tiempo, pero es innegable la huella histórica de sus experiencias y de su significación social. La clase obrera organizada imprimió en Berazategui nuevos mensajes, prácticas de discusión, el valor de la cultura colectiva, la acción contra la opresión, la imaginación y el trabajo del obrero en la creación de piezas únicas que hacían pensar que el horizonte podía ser construido por las manos y el cuerpo de aquellos que, con un soplo a la caña o fundiendo desde un crisol, harían otra sociedad, otro hombre.
1908: La puesta en marcha de la fábrica en Berazategui o cómo huye Rigolleau de la organización obrera
“Haremos más rápidamente nuestra transferencia a Berasategui… son completamente inaceptables las pretensiones de los operarios”.
Así concluía Gastón Rigolleau la reunión del directorio y todos acordaban en septiembre de 1908. Tres meses después, la usina de Berazategui se pondría en marcha luego de dos años de construcción, de viajes de los Rigolleau a Europa en búsqueda de máquinas y de ideas para controlar a los obreros. Era urgente para sus intereses abandonar el viejo taller de la calle Belgrano y producir en el aislado Berazategui.
Todo se inició cuando el 11 de septiembre de 1908 se reunió el Directorio de Rigolleau y su presidente, Gastón Fourvel, inició el relato y debate sobre la situación obrera en la usina de la calle Belgrano:
“Por fin el señor presidente da cuenta del movimiento obrero que se ha producido en la fábrica de la calle Belgrano. Primeramente, a los oficiales del horno de vidrio blanco se les ha asegurado la jornada de 8 horas, siempre que se trabajara por tres brigadas de 7 horas y media (…) Al cabo de unos días los obreros manifestaron que no querían trabajar de noche y que pedían el trabajo de 8 horas de día en una sola brigada con arreglo de las tarifas en fin de que querían ganar en 8 horas lo que ganaban en 9”.
El acta continúa y el directorio resuelve:
“Manifestar a los oficiales botelleros que el pliego de peticiones que lleva el sello de una sociedad que no reconocemos y siendo firmado por ella no tenemos que dar ninguna contestación. Mantener el horario nuevo vigente de tres brigadas de que en lo sucesivo sean dadas no a la cantidad sino a la calidad de la producción”.
Esta resolución del Directorio resulta clave para comprender cómo se gestó el conflicto: la cantidad de horas, los ritmos laborales y el trabajo rotativo y por turnos, sumado a la naciente afiliación a la Fora, constituían los problemas que los patrones empezaban a reconocer como contrarios a sus planes de organización laboral.
Para mayo de ese año, los obreros ya habían exigido la jornada laboral de 8 horas, y el Directorio quedó en analizar la posibilidad.
Recién en agosto hicieron efectivas las 8 horas de trabajo, pero organizada en tres turnos. No se registra que hayan debatido ni analizado los ritmos de trabajo ni los salarios. Las actas nunca mencionan a los trabajadores, excepto en los conflictos. La visión deshumanizada, técnica y descontextualizada de la realidad en sus debates, que quedó plasmada en las actas del Directorio, permiten construir una imagen de lejanía entre obreros y patrones, incluso entre la fábrica y la sociedad en general, que define en esta etapa a un Rigolleau símbolo de las contradicciones entre el capital y la sociedad obrera, y no cómo el interlocutor del bienestar entre el capital y la sociedad que representa un tiempo después.
No existen tampoco documentos que demuestren la existencia de debates entre obreros vidrieros previo al conflicto. Aunque si, como se afirmara más arriba, serán los oficiales botelleros la voz de la fábrica y el sector de más conflictos. Son ellos los que asisten a la reunión de delgados de la FOLB (Federación Obrera Local Bonaerense) en septiembre. Y a partir de allí sus reclamos son tomados por la FORA y será el periódico La Protesta la voz de los trabajadores.
Desde el 16 de septiembre al 7 de octubre, en la sección “capital y trabajo” se describe los avances del conflicto en la cristalería. Los debates en los que se empiezan a incluir los obreros del vidrio los introducen en otra discursividad y por resultado en otra forma de acción, colectiva y organizada. Ese año la FOLB mantenía activa una campaña contra el armamentismo, denunciando la compra de armas por parte del Estado en 160 millones de pesos. Sus debates concluían que serían utilizadas contra el pueblo. La FOLB pedía a los delegados llevar esta denuncia a los lugares de trabajo. Se reunían los domingos en la Avenida Córdoba y Gascón. A su vez La Protesta comenzaba a ser perseguida y clausurada por un conocido enemigo de los anarquistas, Ramón Falcón.
El 5 de octubre no se cubre la huelga porque la policía había clausurado la imprenta de La Protesta. De ahí en más el periódico inició una campaña denunciando esta situación. “Ramón Falcón contra la libertad de prensa”, titulaba en sus tapas.
El 7 de octubre apareció el último informe de los avances de la situación en Rigolleau. Se habla de que los obreros “simpatizan con las ideas anarquistas” pero el conflicto deja de repente de ser mencionado. Las causas pueden interpretarse como el triunfo de Rigolleau para partir el movimiento con su traslado repentino o como un desgaste en el sostenimiento de la huelga por parte de los obreros. Sin embargo, esta huelga fue la acción que inaugurará procesos posteriores mucho más amplios.
De esta forma nacía la organización obrera del vidrio, en medio de una escalada de la violencia estatal, con una patronal que negocia a contratiempo, pero con medios a su favor. Esa fundación en la conciencia obrera no se quedaría en el taller de la calle Belgrano, se trasladaría con ellos a Berazategui.
¿En qué condiciones empiezan a producir los obreros de Rigolleau en Berazategui?
“Habíamos avisado a los obreros de que cuando estuvieran en Berasategui tendrían forzosamente que trabajar día y noche, pero mientras tanto se les ha ofrecido seguir en el horario acostumbrado de 9 horas”.
Gastón Rigolleau, al directorio en septiembre de 1908.
El conflicto obrero por las 8 horas de trabajo, mejores salarios y sin turnos nocturnos impulsó a CR a adelantar su traslado a un área ya imaginada por fuera de las influencias de las organizaciones de trabajadores. Pero el plan de escape no resolvía nada, en definitiva, el conflicto se trasladaba con ellos.
Su socio principal, la cervecería Quilmes u Otto Bemberg, desconfiaba de la capacidad de CR de resolver sus problemas con los trabajadores, por lo que estuvo a punto de no firmar el contrato por las botellas en enero de 1909, un mes después de haber iniciado el funcionamiento en Berazategui, situación que haría ir a la quiebra inmediata a la Cristalería, si no excluían de la cláusula “problemas de fuerza mayor” en la entrega de botellas a los conflictos obreros o huelgas.
Víctor Negri interpelaba en la reunión del 21 de mayo al presidente Gastón Rigolleau decía que había “que sacar la cláusula porque es precisamente el único que eventualmente podríamos tener” y Carlo Pepp, uno de los directores que actuaba como la voz de Bemberg en la sociedad, de nuevo trae el rechazo de Quilmes en junio de 1909 a la cláusula de huelga como fuerza mayor “por ser precisamente el caso que más podríamos tener”.
El directorio sabía que en su sistema productivo y laboral estaban las condiciones para la explosión obrera, es decir eran conscientes de ser explotadores y de que las condiciones socio-productivas con obreros organizados generaba posibles condiciones de efervescencia dentro de la fábrica. Aun así, confiaban que la experiencia obrera de aquella primera huelga en 1908 no continuara en Berazategui, por las distancias que separaban a los obreros sindicalizados de la urbe industrializada con la fronteriza sociedad berazateguense, vacía de resistencias y de fácil aplicación de relaciones punitivas ante la ausencia de instituciones y medios para que los obreros se defendieran de algún atropello.
Así llega y se pone en funcionamiento la industria moderna a nuestra localidad. Se inicia en un marco de tensiones y lucha, con un obrero que tenía el conocimiento de la producción como herramienta para su defensa colectiva, una patronal desorientada frente a un obrero especializado que empezaba a pensarse a sí mismo, pero con una correlación de fuerzas a su favor por un clima de creciente represión estatal y con la figura punitiva del enemigo interno que la ley de defensa social comenzaba a configurar como amenaza para el capital.
Los años del silencio activo en Berazategui
1913, año que definiría Abad De Santillán como el que rompe la mordaza de los trabajadores en Argentina luego de la gran represión del centenario. Y será Berazategui, con los obreros del vidrio encabezando la lucha acompañados por gran parte del pueblo, uno de los lugares en donde la clase trabajadora vuelva a expresarse y hacer visibles la explotación de los patrones y del Estado, con una huelga nacional en octubre.
Pero esta gesta no es espontánea, es la sumatoria de pequeñas explosiones dentro de la fábrica y la consolidación de un vínculo entre obreros, vecinos y la FORA, que, en esa aparente victoria del silencio impuesto, fueron uniendo voces que se transformaron en acción.
Desde 1908, año fundacional para la organización de obreros vidrieros, se inicia un camino de luchas que, por el traslado de la fábrica y la escalada represiva del Estado, baja la intensidad, pero sigue latente entre los obreros. Transcurren dos años de silencio obrero mientras la producción aumenta entre 1909 y el aniversario del centenario, pero la tensión se acumulaba por debajo de la industria moderna.
En 1911, la patronal redujo los sueldos del sector de botellas quitó primas y gratificaciones, seguros de que “el movimiento obrero no será de mucha duración”. Algunas secciones apagaron los hornos como muestra del rechazo a esta arbitraria medida, pero una semana después el trabajo se reanudó en la sección bajo las condiciones exigidas por la Dirección. Ese año, Gastón Rigolleau se fue a Estados Unidos para ver máquinas que, según él, en reunión de Directorio, diría “suprimía la mano de obra, descartando toda posibilidad de huelga”.
En diciembre de 1912 empezó a gestarse otra huelga dentro de la fábrica, pero “los elementos perturbadores han sido eliminados sin violencia” dirá Rigolleau a sus socios.
Estas pequeñas explosiones, de gran valor en un momento de extensa persecución y represión patronal-estatal, son el resultado emergente y directo de la experiencia de la huelga de 1908. Insuficientes como respuesta contra una patronal que se iba armando de recursos punitivos y estrategias de agotamiento de los obreros frente a un reclamo, pero que acumularon experiencias entre los trabajadores.
Con la llegada de la sociedad de resistencia de oficios varios en abril de 1913 se inauguró un espacio social nuevo de insurgencia colectiva en Berazategui y se revincularon los vidrieros con el resto del movimiento obrero organizado de la región, reforzando la relación entre vidrieros y demás obreros locales al abrir el juego a que todos los trabajadores de Berazategui participen. De una resistencia silenciosa emergen como representantes de una clase y de todo un pueblo.
Crónica del camino a la huelga general
Desde la instalación de la sociedad de oficios varios en abril de 1913 se creó un nuevo marco para discutir la situación obrera local. Las prácticas cambiaron, y fue en una asamblea, un domingo de agosto, donde empezó a discutirse los abusos de los que eran víctimas mujeres y niños dentro de la fábrica. La respuesta de la patronal a la iniciativa de organización obrera fue despedir cien obreros para que no se organizasen. De inmediato estalló la huelga.
Un estado de asamblea permanente de los obreros, clausura del local de la sociedad de oficios varios, detenciones arbitrarias de vecinos, obreros huelguistas conducidos a la fábrica para que trabajen a punta de pistola, prohibición de la libertad de circulación para el diario La Protesta, son algunos de los sucesos de agosto, germen del movimiento que sucedería.
Cerrado, en apariencia, este conflicto con un pliego que atendía algunos reclamos de los obreros, la tensión se acumulaba en torno a dos cuestiones claves: el creciente estado represivo existente dentro de la fábrica que se extendía al pueblo y la explotación obrera por parte de la patronal.
Desde inicios de septiembre la FORA y La Protesta iniciaron una propaganda de agitación sobre la situación obrera en Berazategui bajo el lema “la libertad no se pide, se toma”, en la que denunciaron la explotación fabril sobre niños y mujeres, el clima represivo y para-policial organizado por la empresa y el Estado, denunciando la negación del derecho a reunión de los trabajadores.
Por su lado la patronal, en su reunión de Directorio, resolvía “no tratar ni discutir de manera alguna con estos anarquistas ni con la sociedad de resistencia ni los elementos revolucionarios de nuestro antiguo personal”.
Negar el derecho a reunión, perseguir a los asambleístas, clausurar el local obrero de la Sociedad de resistencia, tratar de dividir a los huelguistas organizando encuentros por nacionalidades, como ocurrió cuando llegó al pueblo el cónsul italiano para persuadir a los obreros de esa nacionalidad de que abandonasen la huelga reuniéndolos en la Sociedad de socorros mutuos La Esperanza, fueron los hechos que generaron mayor tensión durante los meses de resistencia obrera y que, a la inversa de los planes del Estado y de Rigolleau, ampliaron la lucha.
Pero a principios de octubre la vigilancia se transformó en violencia punitiva y en mayor control con la declaración del estado de sitio sobre todo el pueblo de Berazategui y el arribo de los medios nacionales de comunicación (La Nación sería definiría por La Protesta como el “diario terrorista de la mañana”) para desprestigiar los reclamos obreros y avalar el accionar patrono-estatal. También llegaron, contratados por la empresa, rompehuelgas que “todo el pueblo de Berazategui reconocía el azote de los salvajes que, revolver en mano, recorrían a caballo las calles”, relataba La Protesta.
El 3 de octubre, día clave para el devenir del conflicto y su proyección nacional, los obreros se habían trasladado hacia Ezpeleta, a orillas del arroyo Giménez, para celebrar una asamblea. Eran alrededor de treinta obreros huelguistas, alcanzados por las fuerzas policiales, arrestados y trasladados encadenados hasta Berazategui. A esta acción policial se le opuso una reacción vecinal, que mientras veía el traslado de los obreros a pie como una muestra de coerción pública, organizó una emboscada en la panadería Centenario y atacó a la policía a balazos con el objetivo de liberar a los detenidos. Fue el primer acto de acción directa registrada durante la huelga.
“Esta tarde a las 4.40 se produjo un hecho sangriento en circunstancias que la policía traía detenidos a 30 huelguistas desde el arroyo Giménez, donde se habían ido para reunirse. Al pasar con los detenidos por una casa que se estaba edificando, fue sorprendida a balazos, resultando gravemente herido el agente Marcial Mercado. El informe médico dice que perderá los ojos, presentando además heridas de bala en la garganta. Recibió balas de escopeta y de revólver”.
Diario La Nación
Por este enfrentamiento, desde la ciudad de La Plata se envió a un juez de nombre Elena para que interviniera en el conflicto y pacificase al pueblo, o lo que a sus efectos prácticos puede describirse como detenciones arbitrarias, allanamientos ilegales, armado de causas bajo la ley de defensa social, acciones conjuntas entre policías y rompehuelgas.
Este esquema represivo estatal-patronal, favoreció y financió el armado entre medios de comunicación-funcionarios del Estado- funcionarios extranjeros-policía-rompehuelgas para asfixiar la lucha. Esa noche, amparada por la impunidad de la oscuridad, fueron detenidos 180 obreros, en sus casas y en las calles, trasladados en furgones del ferrocarril hacia La Plata la mañana siguiente por “desacato y atentado a la autoridad”.
Berazategui… fuenteovejuna
La violencia desplegada desde la industria, motor de la identidad de la localidad, que había generado expectativas de modernidad y progreso para un pueblo de trabajadores en búsqueda del ascenso social, desató una respuesta proporcional opuesta a la esperada por la dirección de la Cristalería. Creció la efervescencia de todo el pueblo, el paisaje de huelga adquirió un tono de pueblada.
“Berazategui es hoy peregrinación y esperanza. Es un lugar en que se aprende a tener confianza. Comunicará mucha savia a nuestro movimiento golpeado”
La Protesta
Este texto de finales de octubre, cuando la huelga finalizaba, describe no sólo a los obreros sino a toda la sociedad.
Desde las detenciones por la prohibición de reunión y los enfrentamientos con la Policía, en el pueblo regía el estado de sitio. El juez-comisario enviado desde La Plata establecía esta estrategia para vaciar las calles y frenar la organización colectiva.
El trabajo conjunto con los grupos de rompehuelgas de Rigolleau y la posibilidad de organizar operativos clandestinos con centro en la fábrica (se tiene constancia del funcionamiento de una cárcel clandestina dentro de la usina a través relatos obreros publicados en La Protesta y se confirman con una declaración documentada del directorio que en julio de 1914 manifestaba que “en vista de la completa tranquilidad en Berazategui hemos solicitado el retiro de diez vigilantes de los que estaban en la usina quedando por lo tanto quince para asegurar el orden” y en septiembre se reafirmaba que “en vista de la permanencia de ciertos elementos exaltados y de muchos desocupados el destacamento quedará en nuestra usina hasta nueva disposición de jefatura” ).
Frente a estos hechos que pueden caracterizarse como prototipos de un posterior desarrollo local del terrorismo cívico-estatal, la reacción del pueblo fue de apoyo total hacia los huelguistas que se sintetizó en la amplitud de solidaridades desde los barrios, desde los trabajadores no industriales hasta de los comerciantes locales, que solo en pequeñas excepciones no se solidarizaron.
Con este apoyo, el 24 y 25 de octubre se desarrolló la primera huelga nacional llamada por la FORA después de la gran represión de los festejos del Centenario. El grito se lanzaba desde Berazategui. Participaron obreros no calificados de la región (ladrilleros, mosaistas, conductores de carros, panaderos, artes gráficas, albañiles de Buenos Aires y Rosario) que tenían menos peso en los intereses estratégicos del capital y el Estado y que hicieron reclamos particulares adhiriéndose a los de los vidrieros.
Este movimiento obrero organizado disminuyó la capacidad de maniobras punitivas de Rigolleau y lo empujó a replegar sus intereses y rever su esquema de control. Firman un pliego de condiciones muy favorable a los reclamos obreros, entre los que se encuentran la incorporación de los trabajadores despedidos, las ocho horas de trabajo, el lugar del capataz, el control policial, seguro por accidentes de trabajo, la no suspensión y despido de trabajadores cuando un horno se parase o por causas injustificadas, entre otros.
Si bien el pliego representó en forma amplia los intereses obreros y parte de sus reclamos, en su mayoría nunca se reglamentaron de modo efectivo. El Directorio continuará buscando alternativas para equilibrar a su favor la correlación de fuerzas.
El Nuevo Berazategui
La Protesta decía en septiembre de 1913:
“El Berazategui nuevo ha reemplazado al Berazategui viejo: el espíritu rebelde tanto tiempo comprimido surge y se manifiesta avasallador y digno. El pueblo de Berazategui en masa, que lo componen elementos trabajadores argentinos, españoles, franceses, rusos, está asociada para el tormento del gran burgués Rigolleau”.
Al finalizar, se refería a un “Berazategui Universal” donde las huelgas…
“… son dolencias incurables; resuelta apenas una, brota de improvisto un semillero. Concedido un pliego de condiciones se gesta inmediatamente otro con nuevos avances. (…) La burguesía tiembla de rabia y espanto ‘adónde vamos’, se pregunta, ¿por este camino? ¡Ah! El proletariado lo sabe bien, vamos a la emancipación total, a la liquidación total del régimen. (..) a la burguesía argentina le cabe, no obstante, un consuelo: que el catarro no es local sino universal, y a mal de muchos…”.
La Protesta
Estas descripciones que pueden ser interpretadas como parte de un medio militante o panfletario, devuelven una idea de cuan movilizada había estado durante la huelga la sociedad local y permite comprender porqué perdura la influencia libertaria en Berazategui, incluso después de que se agotara y aplastara en otros lugares del país.
Su trayectoria permanece activa hasta el advenimiento del movimiento peronista sobre todo en espacios sociales de apertura pública sin restricciones sectarias, espacios recreativos como “La Joya” que organizaba eventos solidarios para enviar fondos a los republicanos en España, en la denominada “playa negra” en la costa del río de La Plata donde hacían picnics los obreros anarquistas o en el club Sol de Mayo.
Cercanos, aunque no de bases ideológicas libertarias, estaban las sociedades de socorros mutuos La Esperanza y luego La Humanitaria que completaban en el territorio los espacios de resistencias obreras y de encuentro vecinal.
Pero además del desarrollo territorial de los espacios de resistencias, en el plano de las ideas imprimió nuevas prácticas a la sociedad que podemos decir ya giraba alrededor del fuego del crisol. Prácticas de solidaridad, como cuando los sabaleros, base de la economía local de antaño previo a la industrialización, llevaban su pesca a los huelguistas y sus familias, o las acciones directas haciéndose eco de las consignas de la FORA del V Congreso que no negociaba, sino que enfrentaba en acciones directas de boicot al capital y al Estado, y el lugar que la mujer tomó dentro de las reivindicaciones obreras. Todo formaba parte de las inquietudes que el pensamiento libertario introducía en la sociedad local y que transformaba en prácticas de resistencia.
Estas descripciones permiten imaginar otro paisaje social de la época, repensar el vínculo del vidrio con el Berazategui de antaño. Rebelde, romántico, movilizado y solidario; por sobre todo, obrero y transformador.
Nicolas Avendano.