(Por Andrea Fabiana Carrasco)
Las “cárceles llenas” como indicador de éxito de la seguridad ciudadana es una construcción simbólica inadecuada del sentido común y soslaya que el encarcelamiento es la resolución estructural de la miseria.
Loïc Waqcuant, sociólogo francés (contemporáneo)
De esos seres del juzgado, mi alimento de injusticia.
Camilo Blajaquis, escritor argentino (contemporáneo)
El antropólogo Renato Rosaldo se propuso explicar la razón por la cual el pueblo “ILONGOTS” de Filipinas salía desaforado a cortar cabezas a las personas de las tribus vecinas, cuando moría algún familiar. Al preguntarles, expresaron que era por “la ira del duelo nacida de la aflicción”. La fuerza emocional del dolor se trasmutaba en ira hacia las víctimas, al decapitarlos. A Rosaldo, esta explicación le parecía insuficiente, trataba de desentrañar la complejidad de esta práctica cultural.
Fue 14 años después, cuando el etnógrafo dilucidó esta cuestión. Durante un trabajo de campo, su esposa Michelle trataba de sortear los riesgos de un desfiladero cuando cayó y murió. Renato, al ver el cuerpo sin vida tendido metros abajo, sintió el dolor desgarrador y experimentó la ira infinita ante la pérdida de un ser amado. En ese momento pudo comprender desde lo vivencial lo expresado por los Ilongots. Sólo al atravesar determinadas situaciones extremas, registramos las emociones que despiertan.
Los procesos del duelo se canalizan de diferentes modos según el contexto cultural, al configurarse determinados dispositivos para soportar la pérdida. Tiempo después, la ley marcial prohibió esta práctica y los Ilongots terminaron sobrellevando su pena a través del evangelismo. Aun así, recordar los conducía a la furia del dolor de nuevo. Renato Rosaldo valoró “la fuerza emocional arrolladora de la pena” como factor importante.
Hace días, el aparato mediático divulgó la fake news sobre una intencionalidad del gobierno de “liberar presos peligrosos”, acusados de homicidios y violaciones, en forma masiva. La mendacidad y la simplificación de esta operación estuvo acompañada de un acto de manipulación manifiesta, cuando pusieron en escena a las personas que habían perdido a un ser querido en manos de un homicida o a las víctimas de violación, movilizando la fuerza emocional del dolor, no solo de ellos sino de toda la “sociedad de bien”, que se identifica con la pérdida.
La aflicción por la muerte de un ser querido en situaciones violentas provoca un tsunami de dolor, ese dolor aterrador que los Ilongots manifiestan saliendo a cortar cabezas. A esos familiares nada podemos reprocharles. Hay que agradecerles el ejemplo de vida de portar su reclamo de justicia, esa justicia imposible por el daño irreparable, en un acto pacífico en lugar de salir a decapitar.
Ahora bien, para la opinión pública, el hecho merece una reflexión más profunda. La mayoría cree con ingenuidad “en un proceso judicial ideal”, incluso los pseudo progresistas que se devoran Vigilar y castigar, de M. Foucault y llenan los auditorios de Darío Z, pero les es difícil percibir que el sistema penal crea, construye e impone verdad y es el excusado donde se defecan con sistemáticos procedimientos sobre “la presunción de inocencia”.
Apenas una persona cae detenida padece en cuerpo y espíritu un circuito sistemático de tortura. No lo digo yo, lo detalla en sus más de 400 páginas el “INFORME ANUAL 2019. El sistema de la crueldad (XIII) sobre lugares de encierro, políticas de seguridad, salud mental y niñez en la provincia de Buenos Aires”, elaborado por la Comisión Provincial de la Memoria.
Este artículo está dedicado a los “presos sin condena firme por años” que constituyen la mitad de la población carcelaria. Me refiero a ese purgatorio infernal que es la prisión preventiva. Aun así, parece una obviedad y es vergonzoso aclarar que a hambrunas, torturas, violaciones, abandono de persona, falta de asistencia médica, violencia institucional, hacinamiento, no hay que someter a nadie, aunque sea condenado. Si eso sucede, nos arroja a un panorama peor que los suplicios de la Edad Media, porque a diferencia de esa época los Estados Modernos parieron algo que se llama “Sujeto de derecho”. Adherimos a normativas que ponen en valor el respeto a la vida y a los derechos que la protejan y regulan, si no queda reconocer que sometemos a muerte lenta a miles de persona bajo la guarda del Estado.
El asesinato de un detenido, en la cárcel de Varela más los heridos de gravedad entre los que se encuentra un joven que quedó parapléjico. A manos de las fuerzas de seguridad, hace unos días, nos dan cuenta de la violencia extrema que se vive en los contextos de encierro.
La “mentira de liberar presos violentos” sostenida como verdad motivó cacerolazos y más repudio social, que el hecho real del homicidio de este preso con balas de plomo, viralizado, pero invisibilizada por la opinión pública cruel, que ve en esto, un caso de Justicia divina.
(Sigue)
EL PROCESO DEL SEÑOR k (DE KAFKA)
Una etnografía discordante de un hecho que conozco, puede ilustrar un poco más. Es la historia del señor K (K de Kafka). Él se encuentra solo al cuidado de su madre octogenaria con demencia senil severa. Su progenitora, por accidente, se prende fuego y fallece a los pocos días. Un familiar cercano, que tenía con el señor K (K de Kafka) conflictos viscerales y sostenidos por décadas aprovecha la circunstancia y lo denuncia. Hasta acá, todo bien, hay indicios, debe investigarse.
El problema es el “PROCESO. Al instante, quedo detenido; interrogado sin presencia de su defensor. La escena del accidente no fue resguardada, la Policía Científica llegó horas después y el relevamiento duró menos de una hora, realizado por un “idóneo” que a futuro en un juicio no es admisible, pues debe realizarlo un perito certificado. El modelo de entrevista de la fiscalía es difuso y subjetivo. El defensor dijo que estaba por desatender su expediente, tiene 102 casos y apartan los casos si no tienen familia, porque no tiene modo de reunir las pruebas. Hay presos que por años no conocen a sus defensores. Le desaparecieron 2000 pesos de la billetera y DNI y no se reclama, por miedo de recibir represalias.
En medio de esta tragedia esto es “un hecho folclórico” pues es costumbre que, a los detenidos les sustraigan sus pertenencias. La letrada que lo defiende solicitó varias pericias que demostrarían la inocencia del acusado, planimetrías, testigos, pericia por persona certificada, oficio para establecer cruce telefónico, hace más de un año y no se ha realizado ninguna, excepto una que dio a favor del detenido que muestra ausencia de combustible. Las pericias psicológicas se suspendieron dos veces porque el traslado no se hizo. A veces falta combustible para los patrulleros y todavía no se realizó.
Me inquieta pensar en la validez de una pericia psicológica a un preso encerrado hace más de un año, con más de 30 detenidos en escasos 20 metros cuadrados, personas sin cielo, sin sol, sin movimientos corporales adecuados; sin comida caliente, sin alimentos que están prohibidos y aportan nutrientes, bañándose con agua helada en invierno o entre rejas y cemento a 40º grados, en verano.
Más que una pericia parece un experimento nazi con poca profesionalidad.
Se solicitó atención medica en varias oportunidades y no fueron vehiculizadas, aun aclarando en fiscalía que los gastos corrían por cuenta de amigos y familiares. La medicación y los alimentos son llevados por los familiares que viajan horas para abastecerlos, aún en cuarentena y se comparten con los presos abandonados por sus familias. La vianda provista no es suficiente.
No simplifiquemos “presos malos-policías buenos; policías malos-presos buenos”… porque en este caso, la Comisaría donde se encuentra el Señor K (de Kafka) funciona en forma impecable, trata a los detenidos y familiares en forma respetuosa cumpliendo la normativa con humanidad. Seguro, sobrecargados en su organización por el alojamiento de tantos en condiciones ajustadas. No es la suerte que se corre en otras comisarías. La 3ª de Varela es investigada por la golpiza sufrida por un joven que terminó en terapia intensiva; sumemos los incendios en las comisarías de Echeverría y Pergamino, donde más de una decena de presos, la mayoría acusados de delitos leves y excarcelables, murieron quemados.
La historia del señor K (de Kafka) es la muestra en la que un conflicto familiar usa al sistema judicial como plataforma de resolución. Una denuncia falsa, encastra con el engranaje perfecto de la impericia y la irresolución que es el Proceso Penal: Esto sucede con una investigación a cargo de la Fiscalía de Berazategui, pero debe ser frecuente y extensivo a todo el país.
El señor K (de Kafka) es el señor K de siempre, el sufre el proceso que de modo magistral describe Franz Kafka:
“–(…) detrás de la detención y del interrogatorio de hoy, se encuentra una gran organización. Una organización que, no sólo da empleo a vigilantes corruptos, a necios supervisores y a jueces de instrucción, quienes, en el mejor de los casos, sólo muestran una modesta capacidad, sino a una judicatura de rango supremo con su numeroso séquito de ordenanzas, escribientes, gendarmes y otros ayudantes, sí, es posible que incluso emplee a verdugos, no tengo miedo de pronunciar la palabra. Y, ¿cuál es el sentido de esta organización, señores? Se dedica a detener a personas inocentes y a iniciar procedimientos absurdos sin alcanzar en la mayoría de los casos (…) resultado. ¿Cómo se puede evitar, dado lo absurdo de todo el procedimiento, la corrupción general del cuerpo de funcionarios? (…) Los vigilantes tratan de robar la ropa de los detenidos, por eso irrumpen los supervisores en las viviendas ajenas; por eso, en vez de interrogar a los inocentes, se prefiere deshonrarlos ante una asamblea”.
El proceso. Franz Kafka
La pregunta de Kafka sigue siendo pertinente, ¿cuál es el sentido de esta organización, señores? ¿Cuáles son los factores que dilatan el proceso? ¿Falta de idoneidad? ¿Actitudes de desdén o desidia? ¿Falta de peritos calificados? ¿Vicios de origen, de nulidad? ¿La macro, la micro estructura de poder? ¿Corrupción o exceso de casos y falta de recursos? ¿O todos a la vez?
Las “cárceles llenas” como indicador de éxito de la seguridad ciudadana es una construcción simbólica inadecuada del sentido común y soslaya que el encarcelamiento es la resolución estructural de la miseria (Waqcuant). El Proceso Penal devorador de carne humana para saciar las demandas insatisfechas de la sociedad genera la falsa apariencia de que se ha resuelto todo, cuando en realidad es más complejo.
No sueño con eliminar las cárceles; las sociedades actuales conviven con sus monstruos, y no me refiero a los presos, sino al fantasma del inconsciente colectivo que cree que, al tirar personas, inocentes, culpables o sospechosas a las mazmorras, sitios que no tienen nada que envidiarles a otros dispositivos de suplicios de siglos anteriores, resuelve algo.
No es liberar a los presos en forma masiva. Es hora de solicitar observancia, responsabilidad, profesionalidad, interdisciplinariedad, seriedad, celeridad, eficacia, humanidad en el Proceso. Es el espacio de intersección donde si es llevado con idoneidad confluyen los beneficios de la víctima también, para mermar su dolor y no sentirse amenazada. El mismo proceso penal irresponsable y falente que pone a inocentes en las cárceles, y hace la vista gorda a la sistemática violación de derechos humanos en la prisión, es el mismo mecanismo errático que pone a victimarios a metros de la víctima.
Al sistema penal se le reclama sólo eso. Acelerar el proceso más que liberar presos. No me refiero a juicios abreviados, salida elegante que se usa muchas veces para encubrir las fallas sistémicas, sino que estén a la altura de las circunstancias. O nos queda esperar un milagro, que de rebote se haga justicia y por casuística alguien se rehabilite y eso ocurre poco.
Cesar González, alias Camilo Blajaquis, escritor, poeta, cineasta, es un milagro, un joven que renació de la precariedad, la vida delictiva, la tortura de la cárcel y la poesía. Eso no ocurre mucho, es casi imposible que crezcan flores entre los pabellones de la muerte.
Yo vi belleza en cada paliza.
Camilo Blajaquis
Y en cada requisa planeé mi futuro.
De los tiroteos quedó esta mirada.
De años con celda tengo tantas ganas (…)
Del hambre, el resentimiento transformado en mi canción.
(Sigue)
VISIÓN CALEIDOSCOPIO
INFORME ANUAL SOBRE TORTURAS 2019
INCENDIO COMISARIA DE ESTEBAN ECHEVERRIA
INCENDIO EN LA COMISARIA DE PERGAMINO
LAS CARCELES DE LA MISERIA Loïc Wacquant • Pierre Bourdieu • 7 noviembre, 2009.
Se liberaron presos que estaban por causas leves, si esa persona sale y ataca a su pareja el problema es otro, es cultural
Las cárceles deben seguir, nadie quiere eliminar las cárceles. No confundan a la gente.
La seguridad tiene que ver con varios aspectos de la vida.
Se debería investigar a varios jueces, que dejaron en libertad a personas que no debían salir por sus antecedentes
El sistema penal es un desastre y los jueces la mayoría son corruptos. Deberíamos cambiar el organismo
El señor k kagada de tipo no es otro que el demente de sergio pompa calle 141 y 10 de berazategui
Su madre pedia auxilio a todos los vecinos a causa de las feroces golpizas que recibia de su hijo.
el familiar que cita es su hermano una persona intachable.
Todo el mundo sabe que lo planifico bien planificado todo lo que hizo lo hizo adrede.
pero es tan cobarde y rata que se hace la victima.
ojala se este comiendo las cucarachas que caminan en su celda que le rompan los dedos a martillazos asi no toca nunca mas una guitarra en su vida ese gran pedazo de escoria que mato a TATA. todos sabemos que fue el. ninguna impericia de la policia
SERGIO ATILIO POMPA NO ES NINGUN SEÑOR K – ES UN ASESINO DE LOS PEORES Y HAY QUE LLAMARLO POR SU NOMBRE
SERGIO POMPA ALIAS SEÑOR K –
ESCORIA HUMANA – SUCIO Y ASQUEROSO FEMICIDA ASESINO –
vayan a dejarle un mensajito en su facebook ASESINO ASESINO !!!!!!!!!!
OJALA LO LEAS SERGIO ATILIO POMPA !
SERGIO POMPA ASESINO – DROGON
COMO PUDISTE MATAR A TATA – TE HACES LLAMAR SEÑOR K .
OJALA TE ESTES COMIENDO TU PROPIA MIERDA Y TE AGARRE CORONA VIRUS EN LA CARCEL
FEMICIDA