Por Marcelo Arizaga (ex La Palabra)
Como diría algún tanguero de ley, ”qué tiempos aquellos”… Corría 1986, eran años de efervescencia política, salíamos de la más feroz dictadura que haya conocido nuestra historia, teníamos ganas de gritar tantas cosas. Esa libertad que pendía de alfileres con tanta “mano de obra desocupada” dando vueltas y molestando, tratando de meternos miedo por aquí y por allá.
Por entonces se me ocurrió meterme a estudiar Periodismo en la Universidad Nacional de La Plata. Allí conocí a uno de mis mejores amigos de aquellos tiempos, el hoy “perro” Daniel Veloso, con quien nos íbamos a comprometer en una infinidad de trabajos relacionados con los derechos humanos, tiempos en los cuales andábamos al filo de las amenazas y de quién sabe que cosas más.
Tuve el honor de ser representante de la Escuela de Periodismo y Comunicación Social de La Plata en una memorable charla debate convocada por Madres de Plaza de Mayo; en la mesa estaba junto a Horacio Verbitsky, Osvaldo Bayer, Ana María Muchnik y Hebe de Bonafini, un lujo. Ahí estaba entre los grandes, levantando mi voz acerca de la información que teníamos y la información que queríamos.
¡Qué tiempos! Los mismos que me llevaron a tener un programa en la primera FM trucha de la región, FM Estilo, llamado El Sótano, en el cual desplegábamos nuestras ganas de hacer cultura subterránea y bajar línea política, por aquel memorable programa para La Plata pasaron personajes de la cultura ‘subte’ platense o famosos como Pablo Díaz, de La Noche de los Lápices, o Estela Carlotto, hoy presidente de Abuelas de Plaza de Mayo.
El tiempo me llevó a trabajar en el semanario La Palabra, de Berazategui, donde estuve siete años. Guardo con un cariño muy especial, sobre todo por la gente de los barrios que me tenía un aprecio gigante. Recuerdo tantos mates tomados en casas humildes que me contaban sus pesares y tristezas. También ahí había que andar con cuidado, en ese tren Roca que me devolvía a La Plata de madrugada; tiempos del menemismo-peronismo.
Recorrí lugares tan complejos como Varela o Quilmes, con mi libretita en mano o el grabador, rescatando los pedidos de la gente que ya me conocía como El Marce, de La Palabra. Ellos sabían que tenían un aliado ante sus necesidades.
Recuerdo mi paso por El Mundo de Berisso, o por El Ensenadense, cubriendo las luchas obreras de Astilleros Río Santiago; algunas, en forma clandestina. Recuerdos, bellos recuerdos, a pesar de los cuidados que había que tener para escribir, para hablar, para caminar.
Después, anduve por la Educación Especial, el Secundario con toda el Alma. Llegué al Centro Cerrado Almafuerte. Allí, junto a mi gran amigo Emiliano Erretegui, creamos un medio de comunicación que aún le da voz a los jóvenes alojados allí: la revista Seguir Soñando.
Hoy tomo las palabras del periodista y escritor, símbolo de tantas luchas y denuncias, que dijo:
“… en 1964 decidí que de todos mis oficios terrestres, el violento oficio de escritor era el que más me convenía. Pero no veo en eso una determinación mística. En realidad, he sido traído y llevado por los tiempos, podría haber sido cualquier cosa aún ahora hay momentos en que me siento disponible para cualquier aventura para empezar de nuevo como tantas veces”.
Rodolfo Walsh
Hoy estoy alejado de aquellos medios que me dieron tantas satisfacciones. Sigo participando con el mismo compromiso de aquellos tiempos violentos, escribiendo y trabajando desde otro lugar poniendo mi cuerpo y mi cabeza por aquellas mismas necesidades de la gente, pensando desde el ámbito educativo que otro país es posible, siempre defendiendo la libertad de expresión.
FELIZ DIA PARA TODOS LOS PERIODISTAS Y COMUNICADORES SOCIALES Y A NO BAJAR LOS BRAZOS QUE TODAVÍA RESTA MUCHO CAMINO PARA RECORRER.
Por TOMAS ELOY MARTINEZ
1) El único patrimonio del periodista es su buen nombre. Cada vez que se firma un artículo insuficiente o infiel a la propia conciencia, se pierde parte de ese patrimonio, o todo.
2) Hay que defender ante los editores el tiempo que cada quien necesita para escribir un buen texto y el espacio que necesita dentro de la publicación.
3) Una foto que sirve sólo como ilustración y no añade información alguna no pertenece al periodismo. Las fotos no son un complemento, sino noticias en sí mismas.
4) Hay que trabajar en equipo. Una redacción es un laboratorio en el que todos deben compartir sus hallazgos y sus fracasos, y en el que todos deben sentir que, lo que le sucede a uno les sucede a todos.
5) No hay que escribir una sola palabra de la que no se esté seguro, ni dar una sola información de la que no se tenga plena certeza.
6) Hay que trabajar con los archivos siempre a mano, verificando cada dato y estableciendo con claridad el sentido de cada palabra que se escribe.
7) Evitar el riesgo de servir como vehículo de los intereses de grupos públicos o privados. Un periodista que publica todos los boletines de prensa que le dan, sin verificarlos, debería cambiar de profesión y dedicarse a ser mensajero.
8) Hay que usar siempre un lenguaje claro, conciso y transparente. Por lo general, lo que se dice en diez palabras siempre se puede decir en nueve, o en siete.
9) Encontrar el eje y la cabeza de una noticia no es tarea fácil. Tampoco lo es narrar una noticia. Nunca hay que ponerse a narrar si no se está seguro de que se puede hacer con claridad, eficacia, y pensando en el interés de lector más que en el lucimiento propio.
10) Recordar siempre que el periodismo es, ante todo, un acto de servicio. Es ponerse en el lugar del otro, comprender lo otro. Y, a veces, ser otro.
Tomás Eloy Martínez
Comparto.
Muy interesante!