LA PEOR VERGÜENZA DEL DELIBERANTE, A 20 AÑOS

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Este martes se cumplen dos décadas de la paliza que el mussismo le dio a quienes pedían que no privatizaran el cobro de las tasas municipales. Aquel 18 de agosto del 2000, Carlos ‘Polilla’ Aicardi (foto) comandó la patota.

El tema retoma actualidad tanto porque otra vez el mussismo esgrime un aumento de tasas de 50% (para algunos sectores), como porque este aniversario encuentra a Aicardi otra vez en el (h)CD, ya no como empleado sino como flamante concejal puesto por el jefe político del distrito.

Aquel negocio privatista que perjudicaba al pueblo fue votado también por algunos unión cívicos (ex radicales) entre los que descollaba el vicepresidente del Cuerpo, Osvaldo García, que hoy es el secretario general del Comité de Distrito. No todos los radicales actuaron igual, Gustavo Damián González estaba entre los apaleados por ese contubernio unión cívico mussista.

Esta es la historia.

Extracto de su libro “… Y después la gente va y lo vota”.

La ley del garrote

En pos de “recaudar”, el mussismo buscó privatizar el cobro de tasas, lo que habilitó a dudar: o era una confesión de que no sabían cobrar, o era un modo de desviar dinero a manos privadas. A quienes se atrevieran a esgrimir tal sospecha, lo callarían a golpes.

Volantes del año 2000.

Ante el temor de que la privatización derivase en el remate de las casas, se organizaron asambleas que, como multivecinal, marcharon el 18 de agosto del 2000 hacia el Concejo.

Volantes del año 2000.

Fueron interceptados a las puertas de la Municipalidad por el comisario Roberto Osvaldo Ampugnani (ya se lo verá sobrando al periodismo en un hospital tomado por Aldo Rico) que los dejó subir al Concejo sólo en grupos de diez. Los primeros en hacerlo, Valeria Zeitlin, Claudio Cabrera, Gustavo González (de inconfundible cabellera rubia) y otros, fueron rodeados por quienes esperaban para fajarlos.

Apenas Irma Bauche (en el FrePaSo, por entonces) corrió a la valla de caños verdes para intentar contener a los golpeadores, Ulises Caballero –también dentro del recinto– se acercó a fotografiar la paliza. Fue tomado de la ropa por los de afuera mientras era jalado hacia atrás por la concejal. Retrocedía cuando, de espaldas, recibió de Ruben Aicardi una trompada a la cara. El director de Art.14 volteó, sorprendido por el ataque de alguien con quien nunca había tenido el más mínimo cruce de palabras. Oyó:

–Salí de acá, hijo de puta, que te voy a matar.

Ulises salió por la puerta de la derecha cuando Aicardi vociferaba:

–¡Venga, vengan; mátenlo a este hijo de puta!

Acudieron su hermano Carlos Aicardi, apodado “Polilla”, como otros de allí con habituales alias, ‘Mandy’, ‘Magoo’ y demás:

–¡Agarralo! ¡Reventalo a ese hijo de puta!

Rodeó el recinto por detrás, perseguido por la horda; se metió en el primer despacho que halló, el de la UCr, donde estaban Carlos Abrami, presidente del Comité, y Carlos Sueldo, que gritaba:

–¡No peguen, que es un periodista!

El joven acurrucado en un rincón del suelo se cubría la cabeza para amortiguar los puñetazos. Como quedó justo detrás de la puerta, eso impidió que ingresaran otros, que hicieron temblar a golpes los débiles tabiques que funcionan como paredes hasta que Abrami y Sueldo lograron trabar la entrada.

García.

Los otros apaleados fueron echados escaleras abajo mientras se aprobaba la ordenanza 3259 con las manos cómplices de Osvaldo García, Mabel Alegre y Alberto Ibáñez (UCr).[1]

Yo cubría lo que pasaba abajo, en la concentración, sobre el cruce de las principales avenidas cuando fui convocado por Crónica TV, frente a cuyas cámaras, en vivo, conté lo que sucedía dentro y los antecedentes de esas patotas. También de TN recibimos amplia difusión ese día.

Cuando por fin llegó la Policía, Ulises pudo salir. Había perdido mucha sangre; mareado, se le dificultaba mantenerse en pie. Ya en la calle, quiso telefonear desde el celular, pero marcaba su propio número.

Se topó con el comisario Ampugnani:

–¿Viste? Yo sabía que te iba a pasar algo. Si me hubieras hecho caso…

Comisario Roberto Osvaldo Ampugnani.

Acompañado por César Matoso, abogado de la multisectorial vecinal, fue hasta Quilmes a asentar la denuncia, que quedó en el Juzgado 2 de Martín Nolfi, pero se dividió entre las Fiscalías 7, de Claudia Brezovec, que investigaría la agresión de Aicardi, y la 4, de César Pelayo, que analizaría el accionar policial; además de la iniciada por los vecinos.

Matoso, de barba, Ulises Caballero y Ernesto Salgado (foto archivo)

Crónica puso el tema en tapa esa tarde: “Berazategui: golpean a vecinos en el Concejo Deliberante”; “Un grupo de vecinos protestó y patoteros los apalearon”. Al día siguiente, Diario Popular denunció “Violentos incidentes en el Concejo de Berazategui”; Clarín: “Berazategui privatizó sus cobros, hubo incidentes en la sesión: insultos y golpes de puño que derivaron en varias personas lastimadas”.

Moya lo denunció por Crónica TV en el momento.

Escribí la nota para la revista Veintitrés, de Jorge Lanata; recorrimos medios con Daniel Sueldo y fui contactado por Mabel Moralejo, secretaria de la prestigiosa Asociación Periodistas, que me pidió datos para incluir en un libro que habría de llevar el caso a niveles internacionales.[2]


[1] Olga Jara fue la única radical que no quiso formar parte de eso; se abrió del bloque.

[2] PERIODISTAS: Ataques a la prensa. Planeta, 2001:104-5

El libro de Moya sobre Mussi

4 Respuestas a “LA PEOR VERGÜENZA DEL DELIBERANTE, A 20 AÑOS”

  1. Recomiendo la lectura de esta nota, de algo terrible ocurrido hace 20 años y lamentablemente todos los macabros protagonistas siguen en nuestro municipio. Represion y autoritarismo que no se han ido …

  2. y siguen gobernando los mismos, con la diferencia que ahora no les pegan a los periodistas el ahora el metodo es comprar a los de la oposicion, y que sean parte de los negocios turbiosy seguir manteniendo elpoder x elpoder mismo.

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