Claudia Perepichay era vecina en J.M. Gutiérrez. Su partida fue confirmada por el Encuentro por la Memoria, Verdad y Justicia local.
Sus ancestros, un joven Perepichay, de Ucrania, y una chica de Bielorrusia huían de los campos de concentración de la Europa del Este, hace un siglo, cuando se conocieron en el océano, como tantos otros unidos por aquellos espantos.
Desembarcaron en Brasil, primera escala previa a llegar a Oberá, Misiones. Allí, en el año ‘30, nació Claudia. Bajaron del norte a mediados de la década del ‘40, para vivir en la casa de un tío en Berisso, de donde partieran los obreros del 17 de octubre del ’45.
En la década siguiente, de la pareja que formó con un descendiente de San Martín, Claudia Perepichay tuvo tres varones, el del medio, Carlos José, nació el 21 de enero de 1958.
A los 18 años, cuando tuvo lugar el Golpe de Estado, Carlos trabajaba de mozo en un bar de esta ciudad y militaba en el Centro de Estudiantes del Politécnico.
En la gélida noche del 27 de mayo de 1977, en JM Gutiérrez, unos tipos golpearon a la puerta de una casa sin verjas sobre el Camino G. Belgrano; les gritaron que estaban rodeados. Cuando entraron, dos encañonaron a la cabeza de San Martín y, luego de llevarse a su hijo, robaron lo que pudieron.
Poco después, Claudia empezó a ir a la Plaza, donde buscar a su retoño era “una forma de volver a nacer”.
Al año, miraba con distancia la expectativa que generaba el Mundial de fútbol. Mientras veía a los parientes escuchar los partidos, lloraba por ese puñal clavado a través de tan distractiva “pantalla”.
A los dos años, cuando vino la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, Guillermo, el menor de los chicos, rechazó la invitación escolar para ir en contra de las denunciantes. “No, ahí está mi mamá. Yo no voy”, respondió, antes de ser sancionado. Esperó a que ella regresara de la Plaza para avisarle: “Mami, me pasó algo difícil”.
Así continuó, y esa persistencia contribuyó a que aquel Golpe fuera el último. A 30 años, seguía:
Formó parte de la diminuta comitiva de Las Madres que por primera vez visitó a los obreros del Astillero Platense en 2006. Al año siguiente, estuvo entre las cuatro que recibieron el Premio de Argentores a su radio la Voz de las Madres.
Así como en 1977 catorce mujeres inauguraron las rondas, igual cantidad recorrió la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) el segundo jueves de febrero de 2008, para empezar a tomar posesión del lugar donde inaugurarían el Espacio Cultural Nuestros Hijos (ECuNHi). Claudia estuvo entre estas 14. No dejaría de estar ni de invitar a otros: “La lucha sigue; los jóvenes tienen que seguir luchando. No se cierren de mente; abran los corazones”, dijo junto al intendente Patricio Mussi, en la plaza de JM Gutiérrez que lleva el nombre de “Carlos José San Martín”, por ordenanza del Concejo Deliberante.
En junio de ese 2012 traicionero, Claudia sumó su firma contra Sergio Schoklender: “Asesino y ladrón, sin corazón”, le espetaron en un comunicado de la Fundación MPM para desmentir “las acusaciones de semejante monstruo quien no conoce el significado de las palabras Amor y Agradecimiento”.
Su nombre empezó a ganar protagonismo en el siguiente año electoral, cuando fue recibida por el vicegobernador Gabriel Mariotto para la inauguración de una muestra artística en homenaje a las Madres, en el ya mítico abril.
Dos meses más tarde, en una columna del diario Perfil, fue nombrada por Pepe Eliaschev entre las “más bien ignoradas Madres de Plaza de Mayo”, de edades parecidas a las de Carlos Fayt, juez de la Corte enfrentado a la Presidente de la Nación.
A Claudia no le hizo mella tal ejercicio dialéctico; había elegido la cercanía a Hebe de Bonafini y al gobierno de CFK, como cada año. Fue así en 2015, cuando estuvo entre las catorce que ingresaron en un micro sin techo al acto por el 24 de marzo junto a funcionarios, militantes y estudiantes del Instituto Universitario Nacional de Derechos Humanos Madres de Plaza de Mayo.
También el 24M de 2016, en la delegación encabezada por Hebe, junto a Celia de Prósperi, Visitación de Loyola, Josefa de Fiore, Rosa de Camarotti, Mercedes de Meroño, Elsa de Manzotti y Beba de Cozzi, recibidas con una ovación popular.
En otro mayo, recibió su homenaje con un acto en memoria de alumnos y profesores desaparecidos del Politécnico.
A finales de ese 2016, acompañó a CFK en Comodoro Py y fue fotografiada por Lucrecia Cardoso detrás de la ventanilla de un micro, sonriente y saludando con los dedos en V flanqueada por dos gendarmes, en una imagen que se viralizó.
Incansable, acompañó el descubrimiento de un mural del Principito y de Hebe, en la isla Maciel, de Avellaneda, y a un acto por el día de la militancia en la inauguración del Ateneo Cristina Conducción.
Al año siguiente, participó del homenaje a Hebe en el Instituto Patria. En la Facultad de Periodismo de La Plata (UNLP), fue parte de la comitiva que regaló un pañuelo a Dilma Rousseff, ya destituida de la Presidencia de Brasil.
En esos días, había debido dejarse filmar para un video en respaldo a Hebe, ante el procesamiento por “defraudación a la administración pública” en el marco del programa de construcción de viviendas Sueños Compartidos, que le dictara el juez Martínez De Giorgi. “Ponemos las manos en el fuego por su honorabilidad”, expresaron.
En una nueva película, Todos son mis hijos, presentada en la Universidad de Lomas de Zamora (UNLZ), estuvo entre sus protagonistas, como en otras proyecciones, hacia marzo de 2019 en Avellaneda, junto al intendente Jorge Ferraresi.
Permaneció en la sede de la Asociación, mientras cocinaban, cuando llegó una orden de desalojo en el mes de julio, armadas con espumaderas y cucharas de madera para resistir a los síndicos enviados por el juez en lo Comercial Fernando Perillo, que manejaba la quiebra de la Fundación, cuya orden de clausura y desalojo no pudo concretar.
Cuando la primavera dejó atrás aquel invierno, fue una de las Madres que visitaron la Sede ATILRA en General Rodríguez, día memorable para los trabajadores lecheros, junto a quienes inauguraron un pañuelo blanco “por primera vez en una organización sindical”. Claudia sonreía ante el cantito “Madres de la Plaza, el Pueblo las abraza”, a ellas, a “las viejas, que nos han parido a todos”, les dijeron.
Dos meses después, estuvo en el descubrimiento de las baldosas que el Encuentro por la Memoria, Verdad y Justicia de Berazategui (EMVJ) colocara en el Colegio Politécnico donde estudiaran su hijo Carlos más otros tres alumnos y una docente, todos desaparecidos.
Como cada jueves, ya sin su marido, pasando seis meses al año con su hijo en EE.UU., hasta que también murió, continuó en las rondas:
“Es una descarga para mí; una necesidad. Me preparo desde temprano; voy a la Casa de las Madres; almorzamos juntas; vamos a la Plaza. Amo la Plaza; la quiero; la necesito. No me encuentro cómoda en ninguna parte como ahí, aunque no hable con nadie. Es mi lugar; la Plaza es todo. Te llenás de lágrimas, de alegría; te compensa. El otro día, pasó una mujer que dijo: ‘vayan a trabajar’. ¿A vos te parece? No puedo creerlo. Si le hubiera pasado a ella, ¿qué hubiese hecho? No sabe el dolor de cada una ni el valor de la Plaza: también luchamos por ella”.
El 27 de mayo de 2019, en Camino G. Belgrano 7651 entre 412 y 413, el EMVJ descubrió una baldosa por la memoria de Carlos José San Martín, costaba diferenciar si el homenaje era al hijo o a la madre que todo lo intentó en pos de una búsqueda incesante.
Este domingo a mediodía, otros compañeros del Politécnico compartieron la triste despedida de esta luchadora de 92 años:
Fuentes
Las Madres, de visita en el Astillero por primera vez.
Premio a la radio de las Madres de Plaza de Mayo; 2 de septiembre de 2007.
Revista Ni un Paso Atrás, en abril de 2012, donde Claudia San Martín aparece en la foto de tapa.
Geronticidas, nota de Pepe Eliaschev en diario Perfil, 30 de junio de 2013.
Nota de Nora Veiras en Página/12.
Nota de Luis Zarranz, en Pressenza, International Press Agency, 1 de mayo de 2019.
@PrensaMadres
Agencia AUNO- UNLZ
Mis respetos
Un informe completo, didáctico. Gracias Moya.
Abrazo a la familia.
Condolencias
Estamos con vos.
Hoy murió una madre de plaza de Mayo
Se fue Claudia, una muy querida vecina
de Juan Maria Gutiérrez luchadora incansable, junto a las madres de la plaza, en la búsqueda de justicia para su hijo, Carlos San Martín desaparecido, por esa dictadura, sangrienta, asesina y genocida que asoló la Argentina, allá por el 1976…
Claudia, siempre te recordaremos con tu pañuelo blanco, y con tu lucha que también es nuestra!!
Hasta la victoria siempre!!✊
Estudie en el Poli( el mejor instituto industrial de la Provincia y esta en Bera) . Mi primer año fue en 1973, con mis viejos y 3 hermanos mas, viviamos en Florencio Varela. A las 7 menos 10, me subia a la L azul. Repleta, en el fondo venian San Martin y Blanco, ambos desaparecidos. Yo en 1 año el San Martin unos años mas . Me hacia sentar y yo cargaba sus carpetas. Me ayudo a integrarme a ese Politecnico que me enseño a pensar por mi misma! Carlos fue un muchacho al que yo admiraba, era muy estudioso, tenia un caracter muy racional, el siempre calmaba las charlas, las impregnaba de profundidad. Era observador, pensaba que la ciencia y la tecnologia debian ser utilizadas para el bien de los humanos. Fue un joven respetuoso, buen compañero, alegre, cauteloso, muy educado. Ayer en la Plaza que lo Recuerda, donde mi nieto juega. Llore y rei. Y sigo queriendo saber Donde esta? Que le hicieron? El 28 de mayo de 1977, al llegar al Poli supe se lo habian llevado. Recuerdo llantos en la Puerta, los profes averiguando…..recorde cuan solidario era con migo. Le gustaba mucho jugar ajedrez. Nunca hablo de su militancia con migo. Nos reiamos de pabadas, me contaba cosas que hacian en el laboratorio. No hablaba de su familia, era muy reservado, pero atento, solidario. Fuimos compañeros de viaje, camino al Politecnico, hasta que entrabamos. Cada mañana, nos veiamos en el fondo de un bondi….hasta que se lo llevaron y sigo esperando saber que le hicieron donde esta? …..Carlos San Martin, PRESENTE! Ahora y siempre!