Por Néstor Rojas. Director de organización en la Comisión Ejecutiva Nacional CTA Autónoma
El barco pirata y su banda de bucaneros desembarcaron camuflados. Son portadores de un caballo de Troya que al grito de «Libertad» imponen esclavitud. Lanzados al arrebato de riquezas y recursos, con experimentados especialistas en pasadas incursiones vienen a confiscar salarios e ingresos fijos a nombre del mercado, a cuenta del déficit cero.
En tanto nos hablan de deudas que dicen en plural, “contrajimos“, todas y todos somos deudores. Enseguida vociferan “Hay que pagar la fiesta”. Transfieren así salarios de la clase trabajadora, renta de los sectores medios y las mayorías populares, engrosando sus bóvedas en los llamados con eufemismos “paraísos fiscales”. Compartieron las cuevas delictivas donde refugia sus fortunas el mundo del narcotráfico que dicen combatir. Mientras despliegan show televisivos, allanan en las villas de la pobreza, patean puerta de precarias viviendas. Señores de guantes blancos: Las víctimas no son culpables.
Una vez más, vienen a la rebatiña. Con chapa de corso otorgada por las metrópolis imperiales. Así escuchamos el consabido “tenemos que estar abiertos al mundo, para que vengan capitales”. Son piratas especializados en piratería; serviles a los centros de poder del mundo, de poderosos que saquean pueblos y continentes. Son los miserables que planifican miseria. Tienen cómplices con experiencia, especialistas en piratería que levantan manos en recintos ausentes de parlamento o bajan el martillo de su señoría en los estrados garante de impunidad de los mil millonarios
Así ejecutan cruel y despiadados el gran robo para la corona, imperial e imperialista. Un pelotón de twiteros y farsantes que desprecian todo sentido de pueblo y justicia social. Especialistas en tierra arrasada, son piratas serviles a la corona que festejan eufóricos poniéndose de rodillas ante los reinados del mundo.
Dóciles y serviles ante los poderosos, ante los dueños de las guerras donde masacran poblaciones enteras, implacables, intensos de ferocidades contra los más amplios sectores populares, con sus estigmatizaciones, sus monopolios de la colonización pública y su aparato represivo a modo de tropa de ocupación. Mercenarios de salvajes represiones, ellos sólo pueden escribir una historia: La historia universal de la infamia.